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P9. Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación I – IV. (Santiago 3:1).

I. ASPIRACIÓN: Acción y efecto de pretender o desear algún empleo, dignidad u otra cosa (RAE).

II. MAESTRO: Persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo. Persona que es práctica en una materia y la maneja con desenvoltura (RAE). Persona que enseña o forma, especialmente aquella de la que se reciben enseñanzas muy valiosas (Oxford Languages).

♦ PASTOR – MAESTRO CRISTIANO: Persona que posee la habilidad, el don y la responsabilidad de enseñar, educar, cuidar y guiar a un grupo de creyentes. El pastor edifica cualitativamente al “rebaño” por medio de su maestría superlativa en el conocimiento y enseñanza de las escrituras. Además, expresa una pasión vigorosa para alimentar, conservar y proteger el “rebaño”. Se mantiene alerta ante los riesgos y peligros emergentes, además, lucha contra posibles depredadores y también cura las heridas de las ovejas. En el evangelio de Juan 10:1-15 podemos encontrar una descripción contundente del buen pastor, “Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye, y el lobo las arrebata, y esparce las ovejas. Así que, el asalariado, huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas”. Por otro lado, el maestro genuinamente llamado por Dios entenderá que necesita capacitarse académicamente y prepararse constantemente para satisfacer su llamado, no es suficiente con las buenas intenciones o una buena actitud, hay que instruirse adecuadamente.

III. No quiere decir que no se necesitaban obreros entonces, mucho menos que no se requieran ahora, recordemos que: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:35-38). Tampoco libera del cometido que cada creyente tiene de estudiar las escrituras con entusiasmo y rigurosidad, sin embargo, es una severa advertencia para:

♦ Los que no tienen el llamado de Dios y pugnan por alcanzar esta posición de notoriedad por las razones equivocadas. Muchas personas desean conseguir el título de maestros porque es un papel relevante que trae cierto reconocimiento y respeto por parte de los congregantes. La pretensión de este título o estatus por parte de muchos cristianos emerge como una nueva forma deseable de distinción entre los demás.

♦ Los que no tienen la preparación mínima ni los conocimientos necesarios para esta noble misión y pretenden levantarse como maestros de la SANA DOCTRINA bíblica. Si estos aspirantes o llamados no están bien preparados, por más buenas intenciones que tengan, existe alta probabilidad de que sus enseñanzas caigan en inexactitudes y errores groseros. Es ahí donde Santiago remarca que Dios juzgará a estos con mayor severidad, por tanto, no debieran ser nombrados a la ligera, es decir, sin tener la solvencia académica mínima suficiente.

♦ Los que tienen el llamado y la responsabilidad, pero, caen en mediocridad, ligerezas o son negligentes en la enseñanza. Santiago advierte sobre este riesgo, y condena el mal uso de la lengua por parte del maestro, pues tiene el cometido de una enseñanza correcta, potente y nutritiva para el cuerpo de cristo.

♦ Aquellos que enseñan con sus palabras una cosa y demuestran en sus hechos todo lo contrario. Son los oficiales de la iglesia local que viven al margen de lo que proclaman. Es decir, “no consumen su producto”.

♦ Los que están en el púlpito y proclaman intencionalmente enseñanzas distorsionadas o desviadas de las verdades bíblicas, estos son los MALOS OBREROS que, posiblemente son individuos no regenerados ni salvados. En los días de Santiago hubo muchos maestros judíos profesando ser verdaderos creyentes. Estos conseguían infiltrarse en círculos cristianos con la finalidad de esparcir sus falsas enseñanzas. El apóstol Pablo habla de ellos en su carta a los filipenses, los describe como obreros de maldad. Estos maestros fraudulentos estaban convencidos de que el cumplimiento de los preceptos y reglas de la Ley mosaica era obrar justicia (ser declarado justo ante Dios). Sin embargo, Pablo predicaba que la justicia verdadera se obtiene mediante la rendición incondicional a la gracia de Dios. En fin, lo único que consiguieron estos maestros judaizantes fue alejar a las personas cada vez más de Dios en vez de acercarlas a Él. Creían que estaban haciendo el bien, pero de hecho estaban obrando maldad. Todo maestro debe estar vigorosamente comprometido en escudriñar lo que Dios tiene que decir, antes de propagar sus ideas y opiniones particulares. (CB. W. MacDonald, 2004) (BDE. MacArthur, 2015), (CB. W. Barclay, 2006).

IV. En general el juicio al que refiere Santiago tiene que ver con el tribunal de Cristo, es decir, no tiene que ver con la salvación de los verdaderos maestros, sino con las recompensas de los mismos en función a su trabajo y de cómo utilizaron sus dones para la edificación de la iglesia (1. Corintios 3:10-15). Con todo, en la actualidad hay una pandemia de seudo maestros y servidores líderes carentes de la debida instrucción y formación, los cuales, dan lugar a tibias y falsas enseñanzas que, sumado a la desidia o dejadez de muchos creyentes por escudriñar las escrituras, crean el escenario adecuado para el desvío doctrinal.

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