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P8. Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad I, II. (Santiago 2:12).

I. Una vez más, Santiago es incisivo en la sintonía que debiera tener lo hablado versus lo practicado. Los cristianos tenemos que ser habladores de las buenas nuevas del evangelio, pero, sobre todo debemos ser hacedores, personificando y dando cuerpo a la teoría doctrinal. No olvidemos que el mejor mensaje siempre está en los hechos y las actitudes más que en las palabras. Ahora bien, la toda obediencia a la ley (Mateo 22:36-40) debiera ser en el creyente una consecuencia natural y gratificante de su estado regenerado. El acatar la legislación del creador no es selectiva, es todo o nada, es decir, no es necesario incumplir todos los preceptos de la ley para ser culpable, pero, para ser un observante manifiesto debiera seguirse su totalidad. ¡Esto es imposible de hacer cabalmente para cualquier persona natural!, por otro lado, los cristianos redimidos tenemos el Santo Espíritu morando en nosotros, el cual nos capacita para cumplir las demandas conductuales divinas, no estando exentos de eventuales caídas en pecado, pero, como dice la escritura: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos” (1. Juan 1-3). (CENT. Ernesto Trenchard, 2013).

II. No olvidemos que de la abundancia del corazón habla la boca (Lucas 6:45). Asimismo, cada una de nuestras obras y palabras serán juzgadas (Mateo 12:36). Es cierto que Dios no tomará en cuenta punitiva los pecados de los redimidos (hebreos 10:17), pero, estos afectan nuestro carácter, nuestro proceder cotidiano y nuestra relación con Dios. No hay concordia entre voluntariamente pecar y servir fielmente. Dios perdona nuestros pecados cuando los confesamos (1. Juan 1:9), sin embargo, hay que pagar la factura de las consecuencias que podrían involucrar también acciones correctivas por parte de Dios. Nuestras creencias deben manejar y gobernar nuestro accionar en todo momento, para eso, es muy necesario el conocimiento preciso de las escrituras, y, tener claro que dice el Creador respecto de algún asunto o tema en particular.

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