P4. Cuando alguno es tentado I, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia II es atraído III y seducido IV. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido V, da a luz el pecado VI; y el pecado, siendo consumado VII, da a luz la muerte VIII, IX. (SANT 1:13-15).
I. TENTACIÓN: Instigación o estímulo que induce el deseo de algo. Persona, cosa o circunstancia que provoca. Solicitación al pecado (RAE). Impulso de hacer o tomar algo atrayente pero que puede resultar inconveniente (Oxford Languages). Factor motivante, Incitamiento, invitación, incentivo o estímulo que aprovecha la inherente debilidad humana para consumar algo que la propia carne no redimida desea con insistencia (pecado). Usualmente la tentación se genera en la misma persona. Es decir, en el interior del individuo se origina el ánimo, la potencia, el ímpetu y la fuerza que lo impulsa a pecar por acción u omisión. El ambiente externo provee el clima, los medios y las oportunidades necesarias para que la tentación actúe. Ahora bien, la tentación nunca llevará a cabo su finalidad de manera unilateral, es decir, sin la complicidad y colaboración de la persona tentada. “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14,15). El Señor Dios dejó las herramientas y mecanismos necesarios para enfrentar la tentación, y, ¿Cuál es la mejor forma de hacerle frente?, velando y orando para no entrar en ningún tipo de coqueteo, juego, broma o confianza con la misma, “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41). Muchas veces los cristianos añoramos, propiciamos y/o perseguimos situaciones de tentación. Más aún, disfrutamos, en buena medida, de que la misma se encuentre frente a nosotros, en nuestra presencia, rodeándonos y/o a nuestro alcance.
II. CONCUPISCENCIA: Deseo de bienes terrenos y, en especial, apetito desordenado de placeres deshonestos (RAE). Deseo de bienes materiales o terrenos, en especial deseo sexual exacerbado o desordenado (Oxford Languages). Gratificación de los apetitos ilegítimos de cualquier clase, pero probablemente referido especialmente a los pecados sexuales (CB. W. MacDonald, 2004). Deleite en el deseo de lo malo y lo prohibido. Ansia intensa y a menudo violenta, desordenada, desbocada, desequilibrada, de bienes materiales o terrenales. Además, deseos sexuales exacerbados, descontrolados, frívolos o lascivos que están prestos a manifestarse en una actividad corporal. También, toda clase de antiprincipios como el odio, la mentira, la envidia, las rivalidades, las iras, la codicia, avaricia, la soberbia y demás.
III. ATRAER: Acarrear, ocasionar, dar lugar a algo (RAE). Captar el interés o lograr la atención de alguien para determinados fines o propósitos. Como un pez que es atraído por un anzuelo.
IV. SEDUCIR: Persuadir a alguien con argucias o halagos para algo, frecuentemente malo. Embargar o cautivar el ánimo a alguien (RAE). Ejercicio de convencimiento que utiliza los recursos y mecanismos necesarios para dicho fin. Alentar, impulsar, justificar y considerar el deseo hacia la acción. En este contexto sería el esfuerzo que realiza la carne no redimida para el consentimiento de sus deseos a nivel de los procesos mentales. los cuales, una vez admitidos y aprobados por la persona, llevarán inexorablemente a consumar el pecado.
V. CONCEBIR: Comenzar a sentir una pasión o afecto. Formar una idea o un designio en la mente. Formar la idea de algo en la mente. Comprender algo, encontrarle justificación (RAE). Formar en la mente una idea, opinión o proyecto (Oxford Languages). En este nivel, los deseos de la carne fueron justificados, aceptados, autorizados y proyectados por la persona. Ahora, pasarán al siguiente nivel que corresponde la parte operativa o de ejecución.
VI. PECADO: Cosa que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido (RAE). Pensamiento, palabra o acción que, en una determinada religión, se considera que va contra la voluntad de Dios o los preceptos de esa religión (Oxford Languages). Insuficiencia del ser humano para conformarse o ajustarse a la ley de Dios (Diccionario Baker 2019). Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley (1. Juan 3:4 – Biblia / RVR 1960). Anomalía congénita moral. Defecto de forma y de funcionamiento que incapacita al individuo para ajustarse a la normativa del Creador. Pensamiento, palabra, orientación, actitud, acción, omisión o indiferencia que transgrede, infracciona, vulnera o va en contra de la naturaleza santa y perfecta de Dios expresada en Su legislación. Por lo cual, el individuo pecador no solo se constituye en transgresor penal de la ley, sino también, en ofensor moral del Creador. Para graficar la magnitud del pecado lo enmarcaremos en términos judiciales humanos. Los pecados que comete una persona natural (no regenerado) originan en su contra un expediente, el cual, deviene en una acusación “fiscal”, luego de las evidencias irrebatibles que prueban los delitos se pronuncia el veredicto de CULPABILIDAD, seguidamente una “sentencia de muerte” (acta de los decretos) es emitida en desfavor del pecador (Romanos 6:23). Por otro lado, el pecado en el creyente genuino ya no es punitivo judicialmente, sin embargo, si estos no son declarados ante Dios para el perdón respectivo (1. Juan 2:1) y, peor aún, si se mantienen en el tiempo, las medidas correctivas de Dios llegarán en algún momento (hebreos 12:6,7). Sin olvidar, que estas transgresiones limitarán el crecimiento espiritual y detendrán el desarrollo de propósito en el converso.
VII. CONSUMAR: Llevar a cabo totalmente algo (RAE). Realizar completamente una acción o proceso (Oxford Languages).
VIII. “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19).
IX. Dinámica del pecado