P15. Por tanto, hermanos, tened paciencia I hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana II y la tardía III. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones IV; porque la venida del Señor se acerca V. Hermanos, no os quejéis VI unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta VII, VIII. (SANT 5:7-9).
I. PACIENCIA, LONGANIMIDAD: Grandeza y constancia de ánimo en las adversidades (RAE). Se refiere a la firmeza, la paciencia y la fortaleza de carácter ante las situaciones adversas de la vida. La persona que ejercita esta virtud es capaz de soportar con aguante y constancia los sufrimientos, dificultades, las provocaciones o ingratitudes sin flaquear en su ánimo. También hace referencia a la bondad, la generosidad, la solidaridad y tolerancia con el prójimo, especialmente cuando este afronta infortunios, desgracias, desventuras o ha cometido alguna falta gratuita en desfavor nuestro. La longanimidad vincula la fe en el Señor Dios y sus designios, la confianza en que, pese a los momentos difíciles, a las amarguras, las injusticias, y, a las propias flaquezas intrínsecas humanas, debemos persistir, ser ecuánimes y esperar en Dios. Es importante mencionar que la clave para ministrar eficazmente es la sensibilidad. Captar la condición de cada persona y ofrecer los recursos apropiados para cada situación. No se puede dispensar ayuda efectiva hasta que no se conozca el problema en su origen y magnitud real. (CB. W. MacDonald, 2004).
II. LLUVIA TEMPRANA: Lluvia de otoño. Las lluvias tempranas en Israel se dan en octubre y noviembre y son necesarias para que las semillas retoñen. A saber, luego de que cae la lluvia de otoño él trabajador del campo puede sembrar su semilla para que estas germinen. (CB. Bob Utley, 1996), (CB. Simón J. Kistemaker 2001).
III. LLUVIA TARDÍA: Lluvia de primavera. Las lluvias tardías venían entre abril y mayo y se necesitaban para que las cosechas madurasen. Es decir, luego que las semillas germinaran con las lluvias de otoño, el labrador esperaba con paciencia que caiga la lluvia de primavera, cuando el grano madura y el rendimiento aumenta. (CB. Bob Utley, 1996), (CB. Simón J. Kistemaker 2001).
IV. FIRMEZA: Entereza, constancia, fuerza moral de quien no se deja dominar ni abatir (RAE). Cualidad de lo que es estable o no se mueve. Voluntad inquebrantable y constancia en la realización de algo (Oxford Languages). Que es estable, que está bien apoyado, cimentado o sujetado, en consecuencia, no se mueve. Es aquello que está establecido en bases sólidas o fijado en fundamentales razones. Actitud tenaz de la persona que se mantiene en sus creencias, convicciones y propósitos. Voluntad inquebrantable y perseverancia en la realización de algo. Que no se deja dominar, abatir, o desplazar fácilmente de una posición, lugar o intención.
♦ CONSTANCIA: Firmeza y perseverancia del ánimo en las resoluciones y en los propósitos (RAE). Voluntad inquebrantable y continuada en la determinación de hacer una cosa o en el modo de realizarla (Oxford Languages).
V. Muchos cristianos del primer siglo tuvieron la firme esperanza que Jesucristo regresaría en ese tiempo. Esto, para poner orden en el mundo, a saber, desterrar la opresión, abolir los abusos, suprimir las tiranías y cancelar los atropellos contra los más desvalidos, asimismo, instaurar un reino de absoluta equidad, justicia y paz. Como el tiempo pasaba y esta esperanza bienaventurada no sucedía, al parecer, hubo impaciencias en algunos círculos cristianos, los cuales se traducían, en quejas, enfrentamientos, emociones exaltadas, murmuraciones y forcejeos verbales respecto del no regreso aún del Mesías. La extrema pobreza de muchos creyentes, sumado a la opresión continua que sufrían por parte de los poderosos y los ricos de la época, pudieron haber afectado su firmeza de ánimo para continuar la travesía cristiana, y esperar con calma el retorno de Cristo. Por lo cual, Santiago los insta a tener paciencia y firmeza en sus corazones, así como el agricultor debe esperar con buena actitud las lluvias y no enojarse porque no llegan en el tiempo de su deseo, de igual manera los creyentes deben esperar confiadamente el retorno de Jesucristo. En ambos casos la paciencia producirá los frutos deseados.
VI. MURMURAR: Hablar entre dientes, manifestando queja o disgusto por algo. Conversar en perjuicio de un ausente, censurando sus acciones (RAE). Hablar en voz muy baja, en especial manifestando una queja o un disgusto por alguna cosa. Hablar mal de una persona que no está presente (Oxford Languages). Murmurar es una de las actitudes tóxicas más habituales y populares en la humanidad. Implica criticar a una persona, o hablar mal de ella cuando no está presente. En muchos casos, esto deriva en una situación de hipocresía y chisme ya que el murmurante no expresa realmente su forma de pensar delante de ese alguien de quien murmura. Además, Revela un espíritu desconfiado y descontento que aumenta y propicia el caos. No olvidemos que también es posible caer en murmuraciones respecto de Dios. (CB. Matthew Henry 1999).
Ahora bien, la murmuración puede ser activa como pasiva:
a. Es activa cuando existe interacción verbal directa e intención concreta de las partes murmurantes respecto de un asunto.
b. Es pasiva cuando alguien guarda silencio frente a la murmuración, pero, presta oídos ansiosos y se deleita en la misma.
VII. Plena certeza del juicio venidero de Dios sobre los opresores. El creyente, según la voluntad de Dios, afrontará pruebas, injusticias y sufrimientos como un toque de atención a mantenerse firme en la fe. Ahora bien, estos escenarios, aunque no sean del agrado general, debieran ser aprovechados para el fortalecimiento del carácter y la confianza en Dios, así como, para elevar el pedido de justicia al Juez Supremo. Por otro lado, la impaciencia para con Dios, deviene en impaciencia para con su pueblo, por lo cual, se advierte respecto de incurrir en la murmuración. No olvidemos que Dios es juez y no pasará por alto a los que practican dicho pecado. Finalmente, Santiago alienta a tener paciencia y esperar con firme serenidad el retorno del mesías Jesucristo.
VIII. “En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel, con los puros de corazón! Yo estuve a punto de caer, y poco me faltó para que resbalara. Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados. Ellos no tienen ningún problema; su cuerpo está fuerte y saludable. Libres están de los afanes de todos; no les afectan los infortunios humanos. Por eso lucen su orgullo como un collar, y hacen gala de su violencia. ¡Están que revientan de malicia, y hasta se les ven sus malas intenciones! Son burlones, hablan con doblez, y arrogantes oprimen y amenazan. Con la boca increpan al cielo, con la lengua dominan la tierra. Por eso la gente acude a ellos y cree todo lo que afirman. Hasta dicen: “¿Cómo puede Dios saberlo? ¿Acaso el Altísimo tiene entendimiento?” Así son los impíos; sin afanarse, aumentan sus riquezas. En verdad, ¿de qué me sirve mantener mi corazón limpio y mis manos lavadas en la inocencia, si todo el día me golpean y de mañana me castigan? Si hubiera dicho: «Voy a hablar como ellos», habría traicionado a tu linaje. Cuando traté de comprender todo esto, me resultó una carga insoportable, hasta que entré en el santuario de Dios; allí comprendí cuál será el destino de los malvados: En verdad, los has puesto en terreno resbaladizo, y los empujas a su propia destrucción. ¡En un instante serán destruidos, totalmente consumidos por el terror! Como quien despierta de un sueño, así, Señor, cuando tú te levantes, desecharás su falsa apariencia. Se me afligía el corazón y se me amargaba el ánimo por mi necedad e ignorancia. ¡Me porté contigo como una bestia! Pero yo siempre estoy contigo, pues tú me sostienes de la mano derecha. Me guías con tu consejo, y más tarde me acogerás en gloria. ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra. Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna. Perecerán los que se alejen de ti; tú destruyes a los que te son infieles. Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del SEÑOR Soberano mi refugio para contar todas sus obras” (Salmo 73 – NVI, 1999).