P14. ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos I, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado II – V. (SANT 4:13-17).
I. TRAFICAR: Comerciar, negociar con el dinero y las mercancías (RAE). Realizar operaciones comerciales (Oxford Languages).
II. Lo que Santiago amonesta no es que planifiquemos, programemos u organicemos nuestros negocios, estudios, viajes u otras actividades, sino la jactancia traducida en la independencia, la autonomía, la presunción o arrogancia de hacerlo sin tener en cuenta que de Jehová es la tierra y su plenitud (Salmos 24:1). Muchos asumimos, consciente o inconscientemente que nuestros planes debieran concretarse, creemos que el día de mañana nos será dado, que tenemos derecho a un día más de vida y que estaremos allí para recibirlo, en fin, consumimos una ilusión, una fantasía en la cual somos arquitectos y dueños de los acontecimientos venideros.
III. Es esencial entender que es Dios quien concede y sostiene la vida, que Él da vida y Él la quita (1 Samuel 2:6-8). Si vivimos un día más, será por Su voluntad, favor y para sus propósitos (1 Corintios 4:19). Así también, toda cosa buena viene de Dios, eso incluye nuestra familia, nuestros talentos, habilidades, aptitudes, pericias, posesiones y todo lo que consideremos valioso. En ese sentido, es sabio tener a Dios presente en cada aspecto y escenario de nuestro caminar por este mundo. Santiago describe la brevedad de la vida humana como niebla, que es incierta y que dura muy poco en el mejor de los casos, así que, cualquier jactancia de control o autosuficiencia respecto del futuro es un alarde de insensatez y potente ignorancia.
IV. Dios determina el curso de la vida de todos. El que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado. La omisión de hacer lo bueno, lo correcto, lo justo, lo íntegro es tan pecado como la comisión del mal. Ejemplos: parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37) y la parábola de los talentos (Mateo 25: 14-30). En conclusión, conocemos acerca de la fragilidad e incertidumbre de la vida y sabemos que es Dios quien la otorga, ahora, el omitir en la práctica dicho conocimiento es pecado. Hoy será el último día de vida para muchas personas, ¡si fuera el caso!, ¿Estás preparado para lo que viene luego?
V. “Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificare, mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” (Lucas 12 13:21).