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P16. No os venguéis I vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber II; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza III. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal IV, V. (ROM 12:19, 21).

I. VENGANZA: Tomar satisfacción de un agravio o daño (RAE). Devolver un agravio o daño con otra ofensa o daño dirigido a la persona responsable. Ofender o dañar a alguien responsable de una ofensa o daño anterior (Oxford Languages). Es tomarse el desquite de alguien o castigar una ofensa devolviendo mal por mal (Diccionario enciclopédico bíblico ilustrado, Clie, 2016). Represalia por un mal sufrido, esta acción surge del resentimiento y hostilidad hacia el ofensor (Diccionario Baker, 2019). Castigo como retribución por algún daño sufrido (Diccionario bíblico Eerdmans, 2016). La venganza es lo inverso al perdón o la compasión y no persigue una justicia reparadora sino un objetivo injurioso (CENT. Ernesto Trenchard, 2013). La venganza no busca imparcialidad, sino devolver mal por mal. Ahora bien, el estado de ánimo vengativo contra alguien puede traducirse en diferentes formas, por ejemplo: violencia física, agravio verbal, murmuración, calumnia, difamación y otros, también puede incluir deseos de infortunio, calamidad, tragedia o adversidad para el agresor u ofensor.

II. La venganza es una prerrogativa de Dios como juez universal, el cual pagará a cada uno según corresponda. El cristiano genuino no deberá tratar de tomar represalias, desquites o revanchas hacia quien considera que lo afectó o lo agravió gratuitamente. Por el contrario, debiera orar a Dios para ser fortalecido y así poder perdonar y bendecir al ofensor, además de dejar la justicia en manos del Todopoderoso. Al no tomar venganza por mano propia, Dios lleva al creyente un paso más adelante respecto del carácter que quiere formar en él. Practicar la ayuda generosa y desinteresada hacia los adversarios y “enemigos”. Ahora bien, la ayuda que se pueda brindar estará enmarcada en las posibilidades de cada quien y según corresponda.

III. Por otra parte, en este intervalo de la gracia y según Su soberanía, Dios podría perseguir al pecador, cerrar sus vías de escape, confrontarlo con sus pecados y las consecuencias de los mismos, sancionarlo, y, permitir que su continuo pecar sea miserable y desdichado. Todo, con la finalidad de conducir al infractor al arrepentimiento y manifestarle la gracia inmerecida como alguna vez lo hizo con nosotros.

IV. Finalmente nos alienta a no dejarnos vencer por el mal, expresado en aflicciones o actos de maldad que provengan de nuestros semejantes. Cuando alguien nos agravia seriamente, es fácil permanecer en rencores, amarguras, dolor, tristeza, deseos de venganza, lo cual es síntoma que el mal recibido nos está contaminando y venciendo. No obstante, nuestro Padre nos anima a levantarnos, pelear, derrotar el mal y sus estragos, así como, perdonar y hacer el bien al agresor. Eventualmente y en determinadas circunstancias vencer el mal con el bien puede tomar algún tiempo. La oración y confianza en Dios serán decisivos en estos escenarios.

V. La realidad certifica que los impíos no se cansan de hacer el mal. Por otro lado, los creyentes estarán expuestos muchas veces a la tentación de no hacer el bien. Esto revela la propensión hacia lo malo, la congénita inclinación hacia el pecado. En este escenario, la anomalía innata (Lo malo, el pecado) se desliza fácilmente como una esfera sobre un plano inclinado, ver imagen 1. Por el contrario, el bien, la virtud, la santidad pugnan por abrirse paso hacia arriba debido a la inercia de lo malo, ver imagen 2. Es importante recordar que: «para los que están en Cristo, los que no andan conforme a la carne, no hay condenación alguna» (Romanos 8:1).

                                                                Imagen 1, Hombre Natural                                                                                                                 Imagen 2, Creyente en Cristo

Adaptado de: https://miprofe.com/inercia/

Donde:

M = Anomalía en el hombre natural (pecado) (Romanos 7: 18)

m = Inercia de la anomalía en el creyente frete al Espíritu Santo (Galatas5:17)

P = Propensión o inclinación congénita hacia lo malo (Romanos 3: 10 -18)

ES = Espíritu Santo que mora en los creyentes. (1. Corintios 3: 6)

B = El bien, la virtud, la Santidad en la fuerza del Espíritu Santo (Efesios 6:10)

P16

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