P9. Gozosos I en la esperanza II; sufridos III en la tribulación IV; constantes en la oración V, VI. (ROM 12:12).
I. GOZO CRISTIANO: Es la amplitud de los sentidos expresados en una inmensa ventura, buen ánimo y firme serenidad, todo como efecto de una complacencia espiritual deliberada. También se entiende como la quietud interna del espíritu que tiene plena confianza en Dios. A diferencia de la felicidad, el regocijo, la satisfacción, el contentamiento y demás experiencias de bienestar terrenales, el gozo cristiano no deriva de circunstancias externas favorables, convenientes o deseadas. Sino que, es la resultante exclusiva y proporcionalmente directa a la intimidad del creyente con el Santo Espíritu. Así pues, las tesituras de la vida, aunque puedan resultar adversas, desafortunadas o poco auspiciosas, no debieran afectar el gozo del creyente que mantiene una relación ininterrumpida y profunda con Dios. La oración disciplinada, el estudio riguroso de Su palabra y la obediencia a Su voluntad revelada son claves para mantener esta experiencia flameando en los corazones. El gozo hace parte del fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22).
II. ESPERANZA: Estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea. En el cristianismo, virtud teologal por la que se espera que Dios otorgue los bienes que ha prometido (RAE). Confianza de lograr una cosa o de que se realice algo que se desea (Oxford Languages). Confianza firme que se tiene en alguien o en algo. Algo que se espera que suceda. Anhelo de que las circunstancias, situaciones o eventos reflejen los deseos. También se puede entender como el grado de sintonía entre el flujo los acontecimientos versus lo esperado o planificado. La esperanza es un estado de ánimo auspicioso en el cual aquello que deseamos o aspiramos parece posible. En este sentido, la esperanza supone tener expectativas verosímiles relacionadas con aquello que es favorable y encaja con los deseos. La esperanza sirve muchas veces como asidero moral para no caer en el desaliento, abandonar la serenidad o perder de vista aquello que se anhela alcanzar, de ahí que la misma alimente positivamente las aspiraciones. Según Santo Tomás de Aquino, la esperanza es la virtud que otorga al hombre la confianza absoluta de que conseguirá la vida eterna y los medios para llegar a ella con la ayuda de Dios. («Esperanza». En: Significados.com. Disponible en: https://www.significados.com/esperanza/ Consultado: 02 de agosto de 2021, 11:55 am.).
Para el creyente, la esperanza placentera, agradable o dichosa de la segunda venida de Cristo generaba tanta expectativa en aquellos tiempos como hoy.
♦ PACIENCIA: Capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. Capacidad para hacer cosas pesadas o minuciosas. Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho (RAE). Capacidad de sufrir y tolerar desgracias y adversidades o cosas molestas u ofensivas, con fortaleza, sin quejarse ni rebelarse. Calma o tranquilidad para esperar (Oxford Languages). Constancia y poder de permanencia. Actitud mental deliberada respecto a las situaciones y circunstancias que nos presenta la vida. En virtud de ello, se puede decir que la paciencia está ligada con la personalidad madura y educada de un individuo, ya que faculta al mismo a ser atento, saber escuchar, hablar y ser cuidadoso en cada una de las acciones y decisiones a tomar. La paciencia también refiere la entrega y el sosiego en las cosas que se desean mucho, es decir, representa la capacidad de aprender a esperar por alguien o por algo anhelado. La paciencia es fruto del Espíritu (Gálatas 5:22) y, deberá ejercitarse en todos los contextos para reflexionar y afrontar con la mejor postura los inconvenientes y dificultades que puedan emerger. La persona paciente está enlazada con la paz, la calma, la tolerancia y la perseverancia, aborda los problemas con firme serenidad, enfrenta las dificultades de manera tranquila, positiva y siempre buscando la armonía y la mejor solución dentro de lo posible. No obstante, no se debe confundir la paciencia con la indiferencia o la pasividad, ya que estas últimas implican la aceptación estática de ciertas cosas, y, no luchar sensatamente por los objetivos planteados. («Paciencia». En: Significados.com. Disponible en: https://www.significados.com/paciencia/Consultado: 07 de mayo de 2021, 10:26 am.).
III. SUFRIDO: Que sufre con resignación (RAE). Que denota un sufrimiento soportado con resignación y en silencio (Oxford Languages). Resistir con fortaleza y sin represalias una situación de abuso, una circunstancia dolorosa o un escenario de injusticia de la cual no sé es el causante. Denota ser paciente para sobrellevar el mal y perversidad que provienen de la vileza humana. Lento para la ira, paciente, tardo en enojarse, tardo para airarse, tardo para asignar una motivación negativa al comportamiento de los demás, sufrido de espíritu. Esto no insinúa candidez, ingenuidad o que en ciertas circunstancias el creyente no persista por sus derechos o por lo que legalmente le corresponde. Pero si las cosas se ponen difíciles, podría considerar sufrir el agravio, la ofensa, la humillación, la injusticia, bendecir al agresor y dejar la justicia en las manos de Dios. El amor todo lo cubre. Pablo nos exhorta respecto de esta virtud en 1. Corintios 6:7 “¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?
IV. TRIBULACIÓN: Congoja, pena, tormento o aflicción moral. Persecución o adversidad que padece una persona (RAE). “Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada” (Santiago 1: 2-4). Los creyentes necesitamos tener claro que las adversidades, contratiempos y sufrimientos llegarán, pero, que Dios a dispuesto una provisión de poder, amor y dominio propio para mantenernos firmes y dignos en la tormenta (2. Timoteo 1:7). El Espíritu Santo habilitará los recursos necesarios para cada situación, no obstante, será deber del cristiano aplicar los mismos con diligencia y esmero. Podemos considerar las tribulaciones como pruebas de fe, la cuales entregarán sus beneficios expresados en mayor madurez y crecimiento espiritual del creyente (1. Pedro 1:7).
V. ORAR, ORACIÓN: La oración es un ofrecimiento de nuestros deseos a Dios, en pos de las cosas agradables a su voluntad, en el nombre de Cristo, con la confesión de nuestros pecados y reconociendo con gratitud sus misericordias. (1 Juan 5:14; 1 Juan 1: 9; Filipenses 4:6; Salmos 10:17; 145: 19; Juan 14: 13,14) (CDF Bautista de 1689 – Catecismo – pregunta 111). Es el canal regular para el dialogo, la comunión intima o interacción entre el hombre y su Creador. Dios nos da la oportunidad de comunicarnos con Él directamente a través de esta capacidad. Ahora bien, la oración no solo tiene el propósito de presentarle a Dios nuestras peticiones, sino lo más importante, aproximarnos más a nuestro Creador que es la fuente de vida y amor inagotables, asimismo, conocer Su voluntad particular, ser agradecidos, recibir consuelo, acoger dirección, hallar descanso para nuestras almas, interceder por otros, renovar nuestras fuerzas y hacer que Su disposición sea la nuestra. En ese sentido, la oración cristiana debe ser ofrecida en el nombre del Señor Jesús (Juan14:13), a saber, tiene que ser presentada bajo la autoridad de Él. Los creyentes debemos recordar que somos escuchados por Dios, no en virtud de méritos propios, sino en la suficiencia de los de Cristo. Así también, la fe es esencial para la oración porque implica reconocimiento de la bondad y disponibilidad de Dios (Mateo 21:22) (Marcos 11:24) (Santiago. 1:5-8). Cuando oramos debemos tener algunas consideraciones:
a. El amor de Dios, que siempre desea sólo lo mejor para nosotros.
b. La sabiduría de Dios, Él es el único que sabe lo que es mejor para nosotros en cualquier escenario de nuestra vida.
c. El poder de Dios, para hacer que suceda lo que es mejor para nosotros dentro de Su determinación y voluntad.
d. La gratitud a Dios, nuestra vida debe ser un agradecimiento continuo al Creador.
e. La oración debe ser permanente; no solo en las grandes crisis o por necesidad de algo. Es en la oración constante donde el cristiano renueva su vitalidad diaria.
f. La oración debiera ser en el espíritu; es decir, inspirada y conducida por el Santo Espíritu. Las oraciones de vanas repeticiones, monótonas, rutinarias, formales o por inercia sirven de muy poco y no llevarán a ninguna parte. Debe haber vigilancia, sensatez, atención y lucidez en la oración. Así también, conciencia, significado y concentración deliberada en Dios (Mateo 6:6- 7).
La oración es al mismo tiempo un acto y una atmósfera. Como acto, acudimos al Señor en momentos específicos llevándole nuestras alabanzas, nuestras cargas, muestras peticiones, nuestros agradecimientos, nuestras plegarias, etcétera. Pero también es posible vivir en una atmósfera de oración. Esto es, que la actitud de nuestra vida sea de oración incesante, en todo momento, sin perjuicio del tiempo específico dedicado a la misma. (CB. W. Barclay, 2006).
“Que yo me vuelva a través de Tu ayuda irreprensible, justo y santo. Que yo me abstenga de toda maldad, que hable la verdad y haga justicia. Que yo camine por los caminos derechos brillando con templanza, adornado con incorrupción, lleno de hermosura a través de la sabiduría y la prudencia. Que yo medite en las cosas que están arriba y menosprecie lo que es terrenal, porque un hombre no puede glorificar a Dios de ninguna otra manera más que por su virtud, la cual da testimonio de que el poder divino es la causa de su bondad” Gregorio de Nisa.
VI. El apóstol Pablo exhorta a los santos de Roma a vivir una vida de constante expectación por el retorno del Señor Jesucristo, esto, mientras continuaban, como buenos soldados, luchando en el frente de batalla espiritual. Este mensaje también es para nosotros. Como buenos soldados debemos perseverar en la esperanza y cumplir el propósito, general y específico, asignado por Dios. Asimismo, Pablo nos alienta a orar continuamente, sin rendirse, con perseverancia, sin aflojar o descuidar la oración, puesto que, es muy necesaria para fortalecer la relación con Dios.