P5. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto I de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura II, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno III- V.(ROM 12:3).
I. CONCEPTO: Idea que se concibe y forma el entendimiento (RAE). Es aquello que se estructura en el pensamiento con relación a alguien o algo. En ese sentido, constituye un juicio de valor que se manifestará a través de una opinión o apreciación de ese algo o alguien.
II. CORDURA, MODERACIÓN: Se refiere a la mesura, prudencia y equilibrio en la manera de conducirse, de pensar y expresarse (Oxford Languages). Es un principio que regula el exceso o desmedida en cosa alguna. Esta virtud, es necesaria para mantener la sobriedad del carácter, cuidar lo que se dice y gobernar las acciones en cualquier circunstancia o área de nuestra vida.
III. El contexto bíblico nos ubica en los dones que el Espíritu Santo reparte soberanamente a los creyentes para edificación de la iglesia y no para propósitos o intereses personales. Algunos de estos dones son bastante notorios como el de profecía, el cual se puede entender como la capacidad que el Espíritu otorga a determinados creyentes para discernir y rescatar la verdad de la palabra de Dios. Es común que estos cristianos logren un amplio y sólido conocimiento bíblico, además, que sirvan en la enseñanza y en la exposición o ponencia pública de las doctrinas. Por ende, es muy probable que estén continuamente expuestos a cortesías ansiosas, atenciones inapropiadas, tratos exclusivos o entusiasmos exagerados, lo cual, podría resultar contraproducente para el sano concepto que estos creyentes deben de mantener respecto de si mismos. ( Warren W. Wiersbe 2019).
IV. El mejor don es aquel con el que fluimos en el momento oportuno y trae complemento al cuerpo de Cristo. En romanos 12: 6-8 leemos: “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía úsese conforme a la medida de la fe, o si de servicio, en servir, o el que enseña, en la enseñanza, el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”. Podemos observar actividades que muchas veces son tenidas en menos por quienes las realizan o por quienes tienen dones más públicos, creyendo que tales trabajos no están enmarcados como dones espirituales. Aquí, el Espíritu nos revela una hermosa verdad: El que sirve, el que enseña, el que corrige, el que reparte, aun aquel que practica la misericordia, todos son dones valiosos, al igual que cualquier ministerio de gobierno. También podemos ver en la primera carta a los corintios 12:27-30 que Pablo sigue enseñando respecto de los Dones Espirituales, y, la interconexión de los mismos para la edificación del cuerpo de Cristo. Los Dones que aquí se describen como los de enseñanza, los que ayudan, los que administran, sirven al mismo propósito: para estructurar, fortalecer, dar soporte, instruir y mantener a la iglesia. Sin embargo, el apóstol nos insta a que todas estas maravillosas dádivas deben ser amalgamadas por el don supremo del amor (1. Corintios 12: 31; 13:1), además de ser el factor motivante para maximizar la utilidad de los mismos.
V. Es necesario estar vigilantes para no tener un concepto desmesurado, un aprecio desmedido, una admiración exagerada, un crédito desordenado o estima excesiva acerca de nuestra persona. De lo contrario, puede conducir a sentimientos de superioridad o altivez sobre los demás, peor aún, caer en autoidolatría. A continuación, algunos síntomas que suponen esta falencia:
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- La última palabra debe de ser la suya
- Les cuesta pedir perdón
- Consideran ofensivo el poder estar equivocados
- Se sienten amenazados fácilmente
- Sienten tristeza frente a las buenas ideas o intelecto de otros
- Intentan no pedir ayuda jamás
- Les es muy difícil reconocer el talento ajeno
- Hablan constantemente de sus logros
- Sienten la necesidad de tener el control
- Hablan a espaldas de otras personas
- Suelen minimizar o burlarse de los demás
- Etcétera, etcétera.