P1. Así también vosotros consideraos I muertos al pecado II, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro III. (ROM 6:11).
I. CONSIDERARSE: Percibirse a uno mismo en una situación o condición determinada (https://www.um.es/neologismos).
II. MUERTOS AL PECADO: El considerarse muerto al pecado es una realidad en virtud de Cristo (Romanos 6:10). El creyente salvado es provisto de las capacidades para entender y desechar intencionalmente, una existencia de esclavitud continua a los deseos pecaminosos y toda clase de anhelos y afectos terrenales egoístas. Decide luchar, romper y terminar una vida sometida por el ansia continua de hacer lo malo y, vivir para el servicio, honra y alabanza de Dios. Considerarse muerto al pecado es reaccionar a la tentación como lo haría un cadáver frente a cualquier clase de estímulo. Ahora bien, es necesario recordar en todo momento que Jesucristo es el fundamento virtuoso de santificación legal para el creyente. (CB. Bruce 2017), (CB. W. MacDonald 2004).
III. VIVOS PARA DIOS: Nacido de nuevo, regenerado para un estilo de vida, conforme a la voluntad de Dios. Esto hace la mayor diferencia posible en el ser humano, vivir en y por Jesucristo es morir al pecado todos los días. Es importante mencionar que, una vida cristiana exitosa solo será posible si andamos permanentemente en el Espíritu (Gálatas 5:16), esto es, no apoyarse en las capacidades o habilidades propias, tampoco quiere decir que no se las cultive, sin embargo, una vida en plena voluntad de Dios solo será viable en la suficiencia de Cristo. (CB. Warren W. Wiersbe).
♦ REGENERAR: Hacer que alguien abandone una conducta o unos hábitos reprobables para llevar una vida moral y físicamente ordenada (RAE). El hombre natural alberga un corazón oscuro, inerte, desconectado y endurecido moralmente. Es alguien inanimado, apagado, sin vida ni luz espiritual, que no quiere saber nada respecto de su Creador, salvo seguir disfrutando de Sus bendiciones. Dicho de otra manera, todo hijo de Adán camina por este mundo, muerto en sus delitos y pecados (Efesios 2:1). Ahora bien, Dios en su facultad soberana produce una violenta y dramática transformación al interior del individuo. Provee y ejecuta potencia para alterar su estado de muerte y traerlo a vida espiritual. Por tanto, la persona regenerada por el favor de Dios es una nueva creación, con un corazón renovado y sensible que entiende, puede y quiere responder positivamente a su Creador. La regeneración procesa al viejo hombre, quien es “crucificado” para dar paso el nuevo hombre vivificado. Todo en Jesucristo como única base virtuosa y legal para dicho propósito. (Efesios 2:10, Romanos 6:3–11Corintios 5:17; Colosense. 3:9–11). Es importante mencionar que la regeneración es llevada a cabo de forma unilateral por parte de Dios sobre el favorecido, es decir, el hombre no tiene participación alguna en el proceso.