<<<<=======================

=======================>>>>

P7. Por lo demás, hermanos, tened gozo I, perfeccionaos II, consolaos III, sed de un mismo sentir IV, y vivid en paz V, y el Dios de paz y de amor estará con vosotros. (2. COR 13:11).

I. GOZO CRISTIANO: Es la amplitud de los sentidos expresados en una inmensa ventura, buen ánimo y firme serenidad, todo como efecto de una complacencia espiritual deliberada. También se entiende como la quietud interna del espíritu que tiene plena confianza en Dios. A diferencia de la felicidad, el regocijo, la satisfacción, el contentamiento y demás experiencias de bienestar terrenales, el gozo cristiano no deriva de circunstancias externas favorables, convenientes o deseadas. Sino que, es la resultante exclusiva y proporcionalmente directa a la intimidad del creyente con el Santo Espíritu. Así pues, las tesituras de la vida, aunque puedan resultar adversas, desafortunadas o poco auspiciosas, no debieran afectar el gozo del creyente que mantiene una relación ininterrumpida y profunda con Dios. La oración disciplinada, el estudio riguroso de Su palabra y la obediencia a Su voluntad revelada son claves para mantener esta experiencia flameando en los corazones. El gozo hace parte del fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22).

II. PERFECCIONAMIENTO: Proceso de mejora continua para alcanzar el mayor grado de perfección (Oxford Languages). Adecuar, preparar, entrenar, perfeccionar, calificar plenamente para el servicio. Comunica la acción intencional de mejora constante por parte del creyente respecto a su crecimiento espiritual, conocimiento de la palabra, su relación con Dios y con los hombres. Todos los días debemos crecer en santidad y perfección en Cristo Jesús, sin titubear ni transigir ante el pecado. “Llegar a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).

♦ SANTIFICACIÓN PROGRESIVA O PERFECTIBLE: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2. Corintios 7:1). Un regenerado y justificado también es definitivamente santificado en virtud de la unión con Cristo. Sin embargo, la realidad de la vida diaria manifiesta la existencia innegable de pecado residual. Entonces, un redimido efectivamente es santo, pero, al mismo tiempo queriéndolo o no incurre en pecado. Aquí entra el concepto de santificación progresiva o perfectible. Esto es, el creyente es santificado en Jesucristo como base virtuosa de santificación, pero ahora, la santidad, que es el derivado natural del proceso de santificación, debe de continuo desarrollarse, consolidarse y manifestarse en la vida práctica cotidiana. Este transcurso espiritual involucra a Dios completamente, el cual, por medio del Espíritu Santo que mora en el creyente, habilita las herramientas, las capacidades y los mecanismos necesarios para un exitoso progreso de maduración en la santidad. Por parte del creyente, la idea funcional de la santificación progresiva es la voluntad ascendente de reflejar cada vez más a Jesucristo en su vida. Al mismo tiempo que se disocia intencionalmente del pecado y se esfuerza (en la energía inagotable de Dios) por librarse de su peso, presencia e influencia excedente. De la misma manera, la santificación procura el crecimiento en la gracia, los buenos frutos y la adultez en la fe para con nuestro salvador y Señor. “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). (CB. W. MacDonald, 2004).

♦ MORTIFICAR: Domar las pasiones castigando el cuerpo y refrenando la voluntad (RAE).

♦ MORTIFICAR LA CARNE: Actitud deliberada por la cual un creyente genuino busca mortificar, hacer morir en sí mismo los impulsos, tendencias o inclinaciones pecaminosas remanentes. Esto, como parte del proceso de santificación progresiva. El mortificar la carne Involucra un esfuerzo intencional, enfocado y constante, todo con la finalidad de eliminar progresivamente la pluralidad de manifestaciones de la naturaleza humana no redimida (Romanos 7), (1. Corintios 9:27), (1. Pedro 3:21).

III. CONSOLAR: Aliviar la pena o aflicción de alguien (RAE). Ayudar a otra persona, mediante caricias, buenas palabras, etc., a que disminuya su pena o disgusto (Oxford Languages). Llamado de uno en ayuda de otro. Capacidad o adaptabilidad para prestar ayuda. Compartir la pena o aflicción de alguien. El prodigar consuelo es una expresión de amor entre los creyentes, esto, sumado a la participación en el espíritu y la misericordia forman parte del fundamento de la vida comunitaria cristiana.

IV. MISMO SENTIR: Es creer lo mismo, hablar lo mismo, pensar lo mismo, tener los mismos propósitos, los mismos intereses y la misma visión. Todo esto respecto del evangelio, la fe en nuestro Señor Jesucristo y el amor fraternal entre cristianos. Esto no quiere decir ser clones teológicos o reflejos personales los unos de los otros, mucho menos que, los pasatiempos particulares, preferencias seculares, estilos de vida o intereses académicos sean los mismos. Se puede tener diversidad de matices respecto de temas neutrales, colaterales, secundarios o no esenciales, pero, la unidad en el evangelio que es Jesucristo, el amor al prójimo, el conocimiento y veracidad de la palabra de Dios son no negociables.

V. PAZ: Relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos. Estado de quien no está perturbado por ningún conflicto o inquietud (RAE). Situación o estado en que no hay guerra ni luchas entre dos o más partes enfrentadas (Oxford Languages). En el cristianismo, convicción de armonía interior que reciben de Dios los creyentes al saberse reconciliados con Él. Estado de reposo, serenidad, descanso, unión, orden y seguridad espiritual en Dios, todo esto, en medio de los problemas, luchas y tentaciones de la vida. La paz hace parte del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22). Respecto del entorno, se define positivamente como una atmósfera en el cual confluyen el equilibrio y estabilidad entre los participantes. En ese sentido, no se debería escatimar esfuerzos por cultivarla, alcanzarla y mantenerla. La paz involucra plena intencionalidad de las partes que deseen conseguirla y preservarla. Los creyentes son llamados a este afán, es decir, deben hacer todo lo que esté en sus posibilidades para conservar la paz, aun cuando, se tenga que renunciar eventualmente a ciertas cosas legítimas secundarias por amor a los hermanos y en bienestar de la mayoría. Ahora bien, esto no quiere decir en ninguna manera transigir los fundamentos doctrinales, bajar los muros dogmáticos o diluir la palabra de Dios para hacerla más atractiva. Somos llamados a vivir en paz y amor, pero, si para lograrlo tenemos que ceder a las presiones seculares o permitir un evangelio adulterado, entonces no hay manera de sostenerla (1. Corintios 11:19).

P7

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio