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P19. Por tanto, amados míos, huid I de la idolatría II, III. (1.COR: 10:14).

I. HUIR: Apartarse de algo malo o perjudicial. Alejarse precipitadamente de un lugar, de un escenario o de una persona por temor o para evitar un daño, un peligro o una consecuencia no deseada (RAE).

II. IDOLATRÍA: Adoración que se da a los ídolos (RAE). Amor y admiración excesivos que se sienten por una persona o por una cosa (Oxford Languages). Adoración, culto o servicio que se tributa a entidades, objetos, imágenes, sucesos naturales o cualquier elemento que se considere dotado de poder divino. También denota un sentido espiritual para expresar formas exasperadas de admiración, reverencia, fervor, devoción o entrega a cualquier cosa o experiencia diferente de Dios. Buscar significado en las cosas creadas, y, entregar lealtad, respeto, veneración o amor a esas cosas. Es posible convertir las posesiones materiales, las riquezas, el nivel social, el grado de instrucción, la familia, la procedencia étnica, el conocimiento, etcétera, en un ídolo colocado sobre el altar de la vida para rendirle adoración, culto o servicio.

♦ FETICHE: Ídolo u objeto de culto al que se atribuyen poderes sobrenaturales, especialmente entre los pueblos primitivos (RAE). Figura o imagen que representa a un ser sobrenatural al que se atribuye el poder de gobernar una parte de las cosas o de las personas, y al que se adora y se rinde culto. Objeto al que se atribuye la capacidad de traer buena suerte a quien lo usa o lo posee (Oxford Languages). Especifica la adoración, culto o servicio a cualquier objeto tangible, palpable, real o material, al cual se le atribuyen cualidades, atributos o propiedades sobrenaturales, mágicas o divinas. En ese concepto, la práctica del fetichismo concede la posición de ídolo al objeto involucrado lo que representa idolatría flagrante.

III. En aquellos tiempos cuando se hacía un sacrificio animal a un “dios” pagano, se le devolvía al que lo ofrendaba una parte de la carne para que hiciera una fiesta. Se creía que en dicha reunión el “dios” a quien se le había ofrecido el sacrificio estaría presente, es más, que tomaría posesión de la carne, y, en el banquete, accedería a los cuerpos y espíritus de los comensales. Entonces, en una ofrenda, fiesta y comida sacrificial se consumaba una comunión íntima entre el “dios” y el adorador. De este antiguo conjunto de creencias se deriva un principio permanente: Una persona que se ha sentado a la mesa de Jesucristo no puede ir a sentarse a una mesa que es instrumento de los demonios. Si alguien ha participado del cuerpo y de la sangre de Cristo, hay cosas de las que no debe participar. En consecuencia, se nos insta a evitar acercarnos o acceder a templos, locales, ambientes o lugares donde se adoren, de veneren, se rinda culto, se expresen respetos o se levanten plegarias a imágenes o estatuas hechas de diferentes materiales, las cuales son ídolos literales. De la misma forma, el cristiano deberá evitar participar en celebraciones, festividades, reuniones o cualquier tipo de actividades que promuevan o festejen la idolatría de manera flagrante. (CB. W. Barclay, 2006), (CB. W. MacDonald, 2004).

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