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P14. Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos. Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios I -III. (1. COR 7:12-15).

I.  La razón que da el apóstol Pablo para que un creyente no abandone a su cónyuge inconverso, si este(a) consiente en vivir en paz dentro del hogar, es que, el cónyuge escéptico, así como los hijos habidos en el matrimonio quedan santificados. Es decir, gozan de una santificación matrimonial o familiar por parte de Dios. Esto no significa en ninguna manera que el cónyuge incrédulo y los hijos obtengan una salvación automática o de oficio. Sin embargo, los miembros escépticos quedan expuestos al conocimiento de la palabra de Dios, a las buenas nuevas del evangelio y tienen una posibilidad expectante de acceder a la salvación. Así también, toman parte de las bendiciones que el Creador hace llegar sobre ese hogar por la presencia de un hijo(a) de Dios. Por otro lado, si el cónyuge escéptico decide separarse, no habría impedimento en la legislación cristiana, pero, lo ideal es que el matrimonio se mantenga unido, y, es competencia del cónyuge creyente mantener la paz y buenas relaciones con su compañero(a). Todo esto, bajo constante oración y los criterios adecuados. (CB. Matthew Henry 1999), (CB. Craig S. Keener 2019).

II. PAZ: Relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos. Estado de quien no está perturbado por ningún conflicto o inquietud (RAE). Situación o estado en que no hay guerra ni luchas entre dos o más partes enfrentadas (Oxford Languages). Respecto del entorno, se define positivamente como una atmósfera en el cual confluyen el equilibrio y estabilidad entre los participantes. En ese sentido, no se debería escatimar esfuerzos por cultivarla, alcanzarla y mantenerla. La paz involucra plena intencionalidad de las partes que deseen conseguirla y preservarla. Los creyentes son llamados a este afán, es decir, deben hacer todo lo que esté en sus posibilidades para conservar la paz, aun cuando, se tenga que renunciar eventualmente a ciertas cosas legítimas secundarias por amor a los hermanos y en bienestar de la mayoría. Ahora bien, esto no quiere decir en ninguna manera transigir los fundamentos doctrinales, bajar los muros dogmáticos o diluir la palabra de Dios para hacerla más atractiva. Somos llamados a vivir en paz y amor, pero, si para lograrlo tenemos que ceder a las presiones seculares o permitir un evangelio adulterado, entonces no hay manera de sostenerla (1. Corintios 11:19).

III. Puede revisar la definición de divorcio en la sección 13. >>>>…

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