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P11. En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido I. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer II. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente III Satanás a causa de vuestra incontinencia IV. (1. COR 7:1-5).

I. DEBER CONYUGAL: En el contexto bíblico implica aliviar, calmar o apaciguar el ardor o urgencia sexual del cónyuge. Estas peticiones deberán ser atendidas de buena gana, para mutuo beneficio y, en los mejores términos y circunstancias posibles.

II. El esposo y la esposa se pertenecen el uno al otro. Ninguno de ellos tiene autoridad para denegar razonablemente la satisfacción sexual a su cónyuge. Es necesario mencionar que los requerimientos deberán darse dentro de lo decoroso, lo natural, lo honroso, lo decente, lo santo, lo puro y principalmente enmarcado por el amor del uno al otro.

III. TENTACIÓN: Instigación o estímulo que induce el deseo de algo. Persona, cosa o circunstancia que provoca. Solicitación al pecado (RAE). Impulso de hacer o tomar algo atrayente pero que puede resultar inconveniente (Oxford Languages). Factor motivante, Incitamiento, invitación, incentivo o estimulo que aprovecha la inherente debilidad humana para consumar algo que la propia carne no redimida desea con insistencia (pecado). Usualmente la tentación se genera en la misma persona. Es decir, en el interior del individuo se origina el ánimo, la potencia, el ímpetu y la fuerza que lo impulsa a pecar por acción u omisión. El ambiente externo provee el clima, los medios y las oportunidades necesarias para que la tentación actúe. Ahora bien, la tentación nunca llevará a cabo su finalidad de manera unilateral, es decir, sin la complicidad y colaboración de la persona tentada. “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14,15). El Señor Dios dejó las herramientas y mecanismos necesarios para enfrentar la tentación, y, ¿Cuál es la mejor forma de hacerle frente?, velando y orando para no entrar en ningún tipo de coqueteo, juego, broma o confianza con la misma, “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41). Muchas veces los cristianos añoramos, propiciamos y/o perseguimos situaciones de tentación. Más aún, disfrutamos, en buena medida, de que la misma se encuentre frente a nosotros, en nuestra presencia, rodeándonos y/o a nuestro alcance.

IV. No se nieguen lo que se deben el uno al otro, en otras palabras, no sean indiferentes, insensibles, desinteresados respecto de las necesidades físicas de su compañero(a), a menos que, sea por mutuo acuerdo y por un tiempo determinado para dedicarlo a Dios. Luego, deberán volver a estar juntos para no caer en tentación de infidelidad o adulterio por falta de dominio propio. Es importante mencionar que todo deberá ser bajo el paraguas del amor, respeto y el consentimiento recíproco.

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