P3. ¿No sabéis que sois templo de Dios I y que el espíritu de Dios II mora en vosotros?, Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él. porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es III. (1. COR 3:16,17).
I. TEMPLO DE DIOS: Cada creyente, regenerado y justificado es templo de Dios en sí mismo (1. Corintios 6:19). Sin embargo, este pasaje hace referencia a que la iglesia como cuerpo de creyentes es el templo de Dios, donde mora el Espíritu Santo.
II. ESPÍRITU SANTO: Es la tercera persona de la Santísima trinidad. Es una persona distinta al Padre o al Hijo, pero posee la misma substancia, naturaleza y esencia. Es Dios, con todos sus atributos, soberanía y divinidad. Por otro lado, cuando un individuo es regenerado y salvado, el Santo Espíritu hace morada permanente en el mismo (1. Corintios 3:16).
III. Es menester de todo cristiano evitar las divisiones en el cuerpo de creyentes, sin dejar de procurar la integridad doctrinal del mismo. Pablo advierte que cualquiera que introduzca, propale o enseñe falsas doctrinas en la iglesia se hace partícipe de la destrucción de la misma. Así también, si alguno promueve disensiones, desuniones, habladurías, chismes o cualquier otro pecado en la comunión de los santos, destruye la iglesia y por lo tanto el templo de Dios. Por otra parte, se asume que cada congregación está instruyendo en SANA DOCTRINA a sus concurrentes, de lo contrario, los reclamos y exigencias de algunos creyentes podrían tener una sólida base escritural. Muchas congregaciones de corrompida doctrina tildan de rebeldes, desobedientes o expulsan a ciertos creyentes genuinos que se levantan contra malas prácticas y enseñanzas fraudulentas. Es necesario escudriñar con diligencia las escrituras para eludir la farsa, el engaño y, contender ardientemente por la fe (Judas 3).