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P7. Por tanto, no durmamos como los demás I, sino velemos II y seamos sobrios III. […]. Por lo cual, Animaos unos a otros IV, y edificaos unos a otros V, así como lo hacéis VI. (1.TES 5:6-11).

Pablo hace mención de estos preceptos en el contexto de la segunda venida de Cristo y la dualidad de los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. En ese sentido, es menester del verdadero creyente estar preparado en todo momento, ya que el día y la hora nadie la sabe (Mateo 24:36; Mateo 25:13). Esto también tiene implicancias directas para los impíos, los no creyentes, los inconversos, puesto que, por estar en tinieblas y ajenos a los asuntos espirituales, persiguiendo sombras de grandezas, placer y poder, el día del Señor los pillará como un ladrón en la noche, no sabrán que, ni como sucedió. Sin embargo, los verdaderos creyentes esperamos su venida y tenemos “las maletas echas” en todo momento. (CENT Ernesto Trenchard 2013).

I. DORMIR: hallarse en el estado de reposo que consiste en la inacción o suspensión de los sentidos y de todo movimiento voluntario (RAE). Reposar, con los ojos cerrados, en un estado inconsciente en el que se produce la suspensión de las funciones sensoriales y de los movimientos voluntarios (Oxford Languages). En el contexto bíblico implica vivir con negligencia o relajamiento moral, en manifiesta laxitud espiritual, creyendo la ficción de que tenemos el control sobre nuestras vidas, como si el futuro inmediato fuera un derecho inherente a la existencia. En consecuencia, obviar la realidad de que Cristo puede venir en cualquier momento, o que la vida puede acabar en un instante y después viene el juicio (hebreos 9:27). Pablo refiere que los tesalonicenses no creyentes expresaban esta condición en su diario vivir, por tanto, el libre tránsito del pecado en sus vidas. Ahora bien, el apóstol anima a los cristianos genuinos a esforzarse permanentemente por evitar ese “dormir espiritual” y sus consecuencias. La descripción de las vírgenes necias retrata claramente la admonición de Pablo (Mateo 25:3-8). (CB. W. Hendriksen 2000).

II. VELAR: Hacer centinela o guardia por la noche. Observar atentamente algo. Cuidar solícitamente de algo (RAE). Este término señala la espera de algún acontecimiento futuro, lo cual requiere atención y vigilancia constante. Asimismo, invoca permanente agudeza espiritual, estar alerta y concentrado. Para el cristiano implica mantenerse perseverante, sólido en la doctrina del evangelio, desechar la somnolencia, la dejadez, la flojera o el adormecimiento espiritual. Así también, subordinar las ansiedades, las incertidumbres, los pensamientos fluctuantes, las preocupaciones inútiles, las impaciencias y demás.

♦ DESPIERTO, ALERTA: Es la actitud consecuente y sensata de una persona en relación con una postura asumida. En este sentido, cuando se dice que alguien está velando, que esta despierto o alerta, es porque existe correspondencia juiciosa entre su forma de pensar y su manera de conducirse en todo momento. En ese sentido, el estar velando significa mantener el cuidado moral y espiritual vigente, viviendo en santidad progresiva, en actitud de oración regular, en acción de gracias perdurable (Colosenses 4:2), conocedor de la venida inopinada del Señor Jesucristo (Mateo 25:13) o de nuestra partida súbita a su presencia. La persona que vela está siempre presta (Lucas 12:35-40). (CB. W. Hendriksen 2000).

III. SOBRIO, MODERADO, TEMPLADO: Que es moderado y discreto, en especial en el comer, beber, en la forma de hablar o de moverse o en sus costumbres (Oxford Languages). Estable o solido en cuanto a sus emociones. También representa una actitud juiciosa, sensata, equilibrada, prudente, lo cual requiere, sentido común, dominio propio, concentración, alerta moral y vigilancia en todo momento. Esto, acerca de los pensamientos, sentimientos, acciones, intenciones, reacciones, miradas, palabras, actitudes, lenguaje corporal, etcétera. Dice Núñez: “el cristiano sobrio es aquel que ha logrado el dominio de sí mismo, no en la energía de la carne, sino en el poder del Espíritu”. El creyente sobrio mantiene su mente cautiva por la palabra del Creador, ergo, vive en forma equilibrada, obediente y ecuánime. Sus goces no están generalmente asociados a los sentidos, sino principalmente ligados a los del espíritu. Esto no quiere decir que el creyente moderado mantenga una vida ascética, aburrida o monótona, antes bien, conlleva una medida de gozosa anticipación, mira hacia adelante, a la venida del Señor (1. Pedro.1:13). Con todo, no descuida sus deberes, sus responsabilidades y compromisos en los diferentes ámbitos de actuación, además, disfruta de la vida en su libertad cristiana responsable, riqueza individual y singularidad personal. (CB. Matthew Henry, 1999), (CB. W. Hendriksen 2000).

IV. EXHORTAR, ANIMAR: Incitar a alguien con palabras a que haga o deje de hacer algo (RAE). Infundir ánimo o energía moral a alguien. Incitar a alguien a una acción (RAE). Incitar [una persona con autoridad o derecho] a otra a hacer una cosa o a actuar de cierta forma, mediante razones o ruegos (Oxford Languages). Infundir ánimo, fuerza o energía a alguien para hacer, resolver o emprender algo (Oxford Languages). Argumento o consejo, cuyo fin es alentar a la acción o estimular una línea de conducta. Implica levantar el espíritu, sostener y darse ayuda entre hermanos. Una palabra de ánimo ofrecida en el momento oportuno puede hacer la diferencia para que una persona se levante y siga avanzando o quede relegada en el camino. Mire a su alrededor y sea sensible a las necesidades de otros. Ofrezca palabras apropiadas y acciones contundentes. No olvide que:

    • Una palabra de apoyo, fortalece
    • Una palabra alegre, despierta sonrisas
    • Una palabra motivadora, ayuda a crecer
    • Una palabra verdadera, hace creer
    • Una palabra sincera, reconforta
    • Una palabra de aliento, sana
    • Una palabra oportuna, tranquiliza
    • Una palabra pensada, llama a reflexionar
    • Una palabra optimista, consolida
    • Una palabra sabia, transforma
    • Entre otras

♦ CONSOLAR: Aliviar la pena o aflicción de alguien (RAE). Ayudar a otra persona, mediante caricias, buenas palabras, etc., a que disminuya su pena o disgusto (Oxford Languages). Llamado de uno en ayuda de otro. Capacidad o adaptabilidad para prestar ayuda. Compartir la pena o aflicción de alguien. El prodigar consuelo es una expresión de amor entre los creyentes, esto, sumado a la participación en el espíritu y la misericordia forman parte del fundamento de la vida comunitaria cristiana.

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V. EDIFICAR: Infundir en alguien sentimientos de piedad y virtud (RAE). Acción relacionada con el consuelo y el ánimo. Aunque se centra en la meta y se define como ser afirmado en la fe, el conocimiento, la madurez, y la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13) (Diccionario bíblico ilustrado Holman, 2017). Construcción, fortalecimiento e incentivo de otros hermanos en el cuerpo de Cristo (Diccionario Baker, 2019). Denota enriquecimiento y mejora continua espiritual (Diccionario bíblico Eerdmans, 2016). Desarrollo progreso y conclusión del carácter cristiano teniendo el amor como elemento base para este propósito (Gran diccionario enciclopédico de la biblia, Clie, 2013). Comporta hacer lo que aprovecha o beneficia también a los demás. Lo que resulte en la construcción del carácter e identidad sólida en Jesucristo. Lo que conlleve a la unidad, la paz y la concordia entre hermanos en Cristo. Esto, manteniendo la sobriedad, sentido común, equilibrio correspondiente a las circunstancias y, sin bajar los muros doctrinales.

♦ RETROALIMENTACIÓN: Comunicación continua entre los miembros de una congregación para el crecimiento recíproco. Esto, mediante la mutua instrucción y exhortación. Edificarse de forma cooperante unos a otros con la palabra de Dios. (CB. W. Hendriksen 2000).

VI. Todos necesitamos determinado grado de reconocimiento sano. En primer lugar, de nosotros mismos para reconocer nuestras capacidades y talentos. En segundo lugar, para poder reconocer las habilidades, aptitudes y potencial en nuestros semejantes. Finalmente, para poder congratular al prójimo cuando su esfuerzo lo amerite. Pablo reconoce que los tesalonicenses venían caminando bien respecto del animarse y edificarse mutuamente, y, les hace un refuerzo positivo para confortarlos y alentarlos a seguir creciendo. Con todo, hay que estar alertas en relación al reconocimiento, ya que se puede caer en dependencia emocional tanto el que recibe como quien lo otorga. Acerca de esto:

a. Un individuo puede volverse adicto al reconocimiento y hacer las cosas bien por las razones equivocadas. Esforzarse solo para obtener una continua dosis de ese refuerzo positivo, lo cual revelaría que construye su aprecio personal en función a la validación que espera recibir de otros.

b. El que otorga reconocimiento podría incurrir en la necesidad sistemática de darlo a otros. Lo cual indicaría una falencia emocional y la adicción a ser consultado, a ser requerido, a sentirse necesitado e indispensable para los demás. El refuerzo positivo es bueno en la medida correcta..

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