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Una característica de las leyes de Moisés que la distingue de las naciones no teocráticas es la atención que se exige a la protección de los débiles, de los pobres y de los extranjeros. Por ejemplo, mayormente cada aspecto de la ley se aplica de igual manera a los ciudadanos naturales y a los extranjeros. (esto les hace recordar a los hebreos que ellos también fueron extranjeros en la tierra de Egipto). Además de los principios generales de la justicia y de la protección igualitaria que se hallan en todas las leyes, hay diversas leyes específicas que vinculan actos de benevolencia, un respeto especial para determinadas personas (ancianos, profetas, autoridades, sacerdotes, etcétera) y, el cuidado de las vidas humanas y animal.

El antiguo testamento cita frecuentemente a los pobres, a quienes considera víctimas de un fenómeno social inadmisible: la injusticia humana. Muy posiblemente, ninguna literatura antigua la describe tan detalladamente ni pretende dar sobre ella un juicio tan cabal como lo hacen los textos veterotestamentarios.

Del examen detallado de los textos bíblicos se desprende que los pobres y la pobreza son estados escandalosos que de ningún modo tendrían que existir en Israel y, a fin de evitarlos, la ley mosaica trata de inculcar en el pueblo un alma común y una manifiesta sensibilidad solidaria en la que esperanzas, pruebas y bienes se comparten fraternalmente. Sin embargo, es sabido en qué derivó este ideal divino cuando el pueblo escogido se asentó en Canaán: durante los primeros tiempos de la sedentarización, todos los israelitas disfrutaron, poco más o menos, de la misma condición social. La riqueza provenía del fruto obtenido del trabajo de la porción de tierra que Dios había otorgado en propiedad a cada tribu y, por ende, a cada familia de israelitas. Pero en no pocas ocasiones, el deseo descontrolado de acaparar más tierras condujo a condiciones de máxima precariedad a aquellos que se veían obligados a vender su medio de sustento. No obstante, mediante reglamentaciones que es difícil saber hasta qué punto fueron realmente practicadas, se trató de luchar contra el pauperismo restableciendo cierta igualdad entre los israelitas. Cada año sabático se dejaba a los indigentes el producto de las tierras (Éxodo 23:11) y se perdonaban las deudas (Deuteronomio 15:1). Además, en el año del jubileo se proclamaba una franquicia general y cada uno recuperaba su patrimonio (Levítico 25:10).

Con la instauración de la monarquía como forma de gobierno en Israel, se acentúa más la distancia entre ricos y pobres. Junto con el esplendor de los palacios, la expansión comercial y las alianzas internacionales, llegó también el aumento de los impuestos y la opresión social. Es entonces cuando se dejan oír las voces de los profetas que, como conciencia de Israel, se esfuerzan en denunciar las injusticias sociales y reivindicar la necesidad de restablecer el ideal mosaico de la fraternidad. Los grandes profetas, erigidos en defensores de los débiles, no cesan de denunciar todas las formas de opresión: el comercio fraudulento (Oseas 12: 8; Amós 8:5), el acaparamiento de las tierras (Miqueas 2: 1-3; Ezequiel 22: 29), la arbitrariedad de la justicia (Amós 5:7), las reducciones a esclavitud (Nehemías 5: 1-5), las violencias de las clases poseedoras (2. Reyes 23: 30, 35) y los funcionarios sin sentimientos tras los que se escudaban los propios reyes (Jeremías 22:13-17). No sería difícil ir entresacando de los textos, desde Amós a Zacarías, infinidad de protestas parecidas. Pero lo más importante es comprender que la denuncia de los profetas, aunque dichas con diversas palabras, es siempre la misma: Dios considera el hecho de maltratar a los pobres como un atentado a su propia soberanía sobre Israel. Quien atenta contra un pobre atenta contra el mismo Dios. (Los pobres en el AT – BDE Mundo Hispano, 2012).

♦ Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada. Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios. (Levítico19:9, 10)

♦ Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y para el extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios. (Levítico23:22)

♦ Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos. Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti; serán para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. Y acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto; por tanto, yo te mando que hagas esto. (Deuteronomio 24:19:22)

♦ Cuando entres en la viña de tu prójimo, podrás comer uvas hasta saciarte; mas no pondrás en tu cesto. Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo. (Deuteronomio 23:24, 25)

♦ Y cuando tu hermano empobreciere y se acogiere a ti, tú lo ampararás; como forastero y extranjero vivirá contigo. No tomarás de él usura ni ganancia, sino tendrás temor de tu Dios, y tu hermano vivirá contigo. No le darás tu dinero a usura, ni tus víveres a ganancia. Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para daros la tierra de Canaán, para ser vuestro Dios. (Levítico25-35-38)


El corazón de la sociedad es la familia y, el corazón de la familia es la relación entre padres e hijos. Para asegurar la actitud adecuada la cual involucra el sustento financiero a los padres, El Creador ordena honrar a los padres.

♦ ha mandado que guardes el día de reposo. Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da. (Deuteronomio 5:16)

♦ Cada uno temerá a su madre y a su padre. (Levítico19: 3a)

♦ Todo hombre que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá; a su padre o a su madre maldijo; su sangre será sobre él. (Levítico20:9)

♦ Igualmente, el que maldijere a su padre o a su madre, morirá. (Éxodo 21:17)

♦ Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere; entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá. (Deuteronomio 21:18-21)

♦ Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová. (Levítico19:32)

♦ A ninguna viuda ni huérfano afligiréis. Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí, ciertamente oiré yo su clamor; y mi furor se encenderá, y os mataré a espada, y vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos. (éxodo 22:22-24)

♦ Cuando el extranjero morare con vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis. Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios. (Levítico19:33, 34)

♦ Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. (Éxodo 22:21)

♦ Y no angustiarás al extranjero; porque vosotros sabéis cómo es el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. (Éxodo 29:9)

♦ Un mismo estatuto tendréis para el extranjero, como para el natural; porque yo soy Jehová vuestro Dios. (Levítico24:22)

♦ No maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de tu Dios. Yo Jehová. (Levítico19:14)

♦ No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová. (Levítico19:16)

♦ No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado. No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Levítico19:17-18)

♦ Si vieres extraviado el buey de tu hermano, o su cordero, no le negarás tu ayuda; lo volverás a tu hermano. Y si tu hermano no fuere tu vecino, o no lo conocieres, lo recogerás en tu casa, y estará contigo hasta que tu hermano lo busque, y se lo devolverás. Así harás con su asno, así harás también con su vestido, y lo mismo harás con toda cosa de tu hermano que se le perdiere y tú la hallares; no podrás negarle tu ayuda. Si vieres el asno de tu hermano, o su buey, caído en el camino, no te apartarás de él; le ayudarás a levantarlo. (Deuteronomio 22:1-4)

♦ Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo. Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo. (Éxodo 23:4, 5)

♦ No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. (Deuteronomio 5:21)


♦ No pondrás bozal al buey cuando trillare. (Deuteronomio 25:4)

♦ Cuando encuentres por el camino algún nido de ave en cualquier árbol, o sobre la tierra, con pollos o huevos, y la madre echada sobre los pollos o sobre los huevos, no tomarás la madre con los hijos. Dejarás ir a la madre, y tomarás los pollos para ti, para que te vaya bien, y prolongues tus días. (Deuteronomio 22:6, 7)

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