P12. No nos cansemos I, pues, de hacer el bien II, porque a su tiempo segaremos III, si no desmayamos IV. Así que, según tengamos oportunidad V, hagamos el bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe VI, VII. (GAL 6:9,10).
I. CANSANCIO: Falta de fuerzas que resulta de haberse fatigado. Hastío, tedio, fastidio (RAE). Debilidad o falta de fuerza física, generalmente provocada por la realización de un esfuerzo o trabajo. Aburrimiento o hastío, generalmente provocado por una falta de interés (Oxford Languages). Falta de fuerza, desvanecimiento, desfallecimiento, desaliento. El cansancio es producto del desgaste físico, mental o emocional, así también, por habituales circunstancias contrarias, poco alentadoras o no deseadas.
II. EL BIEN: En contexto, la cultura griega consideraba el bien como un ideal abstracto hacia el cual debieran esforzarse todas las personas en sus acciones. Sin embargo, el apóstol Pablo le da cuerpo a este amplio concepto y lo enfoca en la ayuda, socorro y auxilio que se deben los cristianos unos a otros.
III. SEGAR: Recoger los productos del campo o de un cultivo cuando están en sazón. Obtener un determinado resultado por un trabajo o un esfuerzo (Oxford Languages). Acción de cosechar el fruto maduro. No todas las cosechas se recogen en el mismo tiempo o estación, según sea lo sembrado se cosechará en un tiempo diferente.
IV. DESMAYAR: Perder el valor, desfallecer de ánimo, acobardarse (RAE). Perder el ánimo, el valor o las fuerzas (Oxford Languages). Se entiende primeramente por trabajar o ejercitar algo con dedicación, esmero, entusiasmo y disciplina, luego por las circunstancias, el cansancio, la fatiga, el aburrimiento o los pocos resultados deseados, se pierde el ánimo, la energía, el valor o las fuerzas para continuar en esa dirección.
V. OPORTUNIDAD: Momento o circunstancia oportunos o convenientes para algo (RAE). Circunstancia, momento o medio oportunos para realizar o conseguir algo (Oxford Languages). El apóstol Pablo nos hace entender que toda la vida del creyente constituye un privilegio único para servir a otros en el nombre de Cristo.
VI. FAMILIA DE LA FE: Creyentes cristianos de todo el mundo. El amor por los hermanos en la fe es la prueba básica de nuestro amor a Dios.
VII. Un pensamiento sigue circulando en mi cabeza; “¡Esto es tan injusto! ¡Lo único que siempre quise fue hacer cosas buenas para los demás y ahora me tratan de esta manera!” Fue una situación como está en la que sentí que mis esfuerzos no eran realmente apreciados, y pensamientos negativos hicieron que me desanimara. “¿Para qué hago todo esto?” ¡Nadie se da cuenta de mi esfuerzo!” Luego, un versículo vino a mi mente en Gálatas 6:9: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”. Hay algunas exhortaciones poderosas en este simple versículo que realmente me hicieron examinar mis motivaciones. Primero, me exhorta a “no cansarme de hacer el bien.” Toda mi mente y cuerpo querían desanimarse, porque parecía que mis esfuerzos por bendecir a los demás y orar por ellos no daban ningún resultado. ¿Para qué esforzarse? Pero es la segunda parte del versículo que me dio una tremenda esperanza: “porque a su tiempo segaremos”. ¡Me di cuenta de que solo tenía que ser paciente!
Pequeños brotes: Me acordé que una vez traté de cultivar hierbas de cocina. Regaba diligentemente la pequeña maceta durante días, pero parecía que nada ocurría. Y luego, después de una semana, comencé a ver pequeños brotes. Los brotes se hicieron plantas pequeñas, y las plantas crecieron y crecieron hasta que comenzaron a emitir un delicioso aroma. Para que algo crezca, mucho tiene que pasar en lo oculto, quizá puede parecer que lo que hacemos no da sus frutos, pero tenemos que ser pacientes para que esos pequeños brotes se abran paso. La tercera parte del versículo da la condición para continuar este proceso: “si no desmayamos”. Si me rindo y paro de orar por alguien, dejo de bendecirle, paro de regar las semillas, no hay brotes, y las cosas pueden salir muy mal. El proceso de una semilla a una planta es muy delicado y con tan solo faltarle una cosa muy pequeña como lo es el agua y la luz del sol, puede causar la muerte de los pequeños brotes. Necesito ser diligente, acabar con los pensamientos de desánimo y continuar la buena obra que Dios me está pidiendo que haga.
¿Qué me motiva?: Para no cansarme o desanimarme, debo asegurarme de que mis motivaciones estén en orden. ¿Por qué sirvo y bendigo a la gente? ¿Es porque espero el agrado, el amor y la gratitud a cambio? ¿O es porque Dios me está impulsando a hacerlo, sin importar lo que los demás digan? Dice en Juan 5:44: “¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?” Si mi motivación descansa en la apreciación de los otros, entonces nunca voy a estar satisfecha. Después de todo, todos los que me rodean tienen una naturaleza humana como yo, eso significa que no siempre expresamos agradecimiento, o no siempre notamos los detalles y el esfuerzo que los demás hacen para que la pasemos bien, no siempre vemos el “detrás de escena” de su trabajo. Eso no significa que las personas sean desagradables o malagradecidas, pero solo pueden ver una parte del iceberg. Si mi gozo depende de ellos, entonces siempre me voy a decepcionar. Pero hay otra motivación que puedo tener y por la cual puedo orar, es buscar solamente agradar a Dios. Porque entonces incluso si mi arduo trabajo es criticado o no se nota, puedo seguir agradecida y servir a Dios, con eso me basta. El gozo que se recibe por servir a Dios no viene naturalmente, a todos les gusta el aprecio y el reconocimiento de las demás personas a su alrededor, pero esto es algo por lo cual podemos orar y combatir. Dios me va a fortalecer poderosamente si lo que hago lo hago solo para Él. Él lo aprecia más que nadie, pero solo si es que estoy dispuesta a servirle de corazón sin importarme el reconocimiento de los demás.
Dios da el crecimiento: Estaba también desanimada cuando no podía ver ningún resultado en todos mis esfuerzos. Estos brotes estaban todavía escondidos en las profundidades de la tierra y parecía que les iba a tomar una eternidad en salir. Pero me vino este versículo en 1 corintios 3:7: “Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”. Debo de creer que Dios ve todo el Iceberg. Significativamente tengo que reconocer y asegurarme que en verdad estoy dispuesta a continuar su obra, no la mía. Él sabe, mejor que yo, lo que las personas necesitan. Él puede ver debajo de la tierra los pequeños brotes escondidos de mis ojos. Así puedo orar con un corazón íntegro y servir con el mejor entendimiento y conocimiento a los que me rodean. Pero tengo que poner toda la situación en sus manos y dejar que Él otorgue el crecimiento. Tengo que trabajar arduamente con esa mentalidad de dar a Dios todo el honor, si no, Él no puede usar mi trabajo y tampoco daré frutos. Toda esta situación realmente despertó en mi un anhelo de servir solamente frente al rostro de Dios, sin exigencias ni preguntas. He visto muchos ejemplos en mi alrededor, personas que han elegido vivir así y que por eso han sido felices. Esta felicidad y gozo no pudiera estar en ellos si siguieran siendo dependientes del reconocimiento de los demás en sus acciones. Ellos son ejemplos que quiero seguir, para que yo también pueda tener una vida de gozo, independientemente de mi situación, de las personas a mi alrededor o mis pensamientos. Solamente alegre, sin “días malos”. ¡Es posible, siempre y cuando tenga en orden mis prioridades! (Jenneke Paulik).