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P7. Hermanos, si alguno fuere sorprendido I en alguna falta II, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre III, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado IV, V. (GAL 6:1).

I. FLAGRANTE: De tal evidencia que no necesita pruebas (RAE). Que ocurre o se realiza en el momento presente. Que es muy claro y evidente (Oxford Languages). Cierto, claro, patente y sin la menor incertidumbre. Aunque la falta fuera tan evidente que no resistiera duda alguna razonable, no necesariamente implica una intención deliberada. Talvez el descuido, la negligencia o la violencia de la tentación fueron factores determinantes en dicha falta, sin restarle responsabilidad al infractor.

II. FALTA: En el contexto, transgresión de la legislación divina. Pecado.

III. ESPIRITUALES: Aquellos creyentes que por la gracia de Dios alcanzaron una vida cristiana disciplinada, con mayor conocimiento y madurez en la fe. Un creyente altamente espiritual no caerá en la desviación carnal de juzgar duramente al hermano que incurrió en pecado o en alguna falta. No actuará con espíritu de soberbia o de supremacía, sino que con mansedumbre considerará que él también puede ser tentado. Es decir, que existe la real posibilidad de que también caiga en la misma falta que su hermano. Nadie es impermeable a las tentaciones. (CB. Matthew Henry 1999).

IV. TENTACIÓN: Instigación o estímulo que induce el deseo de algo. Persona, cosa o circunstancia que provoca. Solicitación al pecado (RAE). Impulso de hacer o tomar algo atrayente pero que puede resultar inconveniente (Oxford Languages). Factor motivante, Incitamiento, invitación, incentivo o estímulo que aprovecha la inherente debilidad humana para consumar algo que la propia carne no redimida desea con insistencia (pecado). Usualmente la tentación se genera en la misma persona. Es decir, en el interior del individuo se origina el ánimo, la potencia, el ímpetu y la fuerza que lo impulsa a pecar por acción u omisión. El ambiente externo provee el clima, los medios y las oportunidades necesarias para que la tentación actúe. Ahora bien, la tentación nunca llevará a cabo su finalidad de manera unilateral, es decir, sin la complicidad y colaboración de la persona tentada. “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14,15). El Señor Dios dejó las herramientas y mecanismos necesarios para enfrentar la tentación, y, ¿Cuál es la mejor forma de hacerle frente?, velando y orando para no entrar en ningún tipo de coqueteo, juego, broma o confianza con la misma, “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41). Muchas veces los cristianos añoramos, propiciamos y/o perseguimos situaciones de tentación. Más aún, disfrutamos, en buena medida, de que la misma se encuentre frente a nosotros, en nuestra presencia, rodeándonos y/o a nuestro alcance.

V. Los creyentes más consagrados también resbalan o caen en pecado. Sin embargo, este pasaje no se refiere a un pecar sistemático, constante y premeditado, sino, a una caída eventual, en circunstancias muy puntuales o por la intensidad de la tentación. Si un creyente genuino sufre una caída moral, el deber cristiano es ayudarlo a levantarse. Esto, con mansedumbre, sensibilidad, empatía y amor, pero, sin condescendencia o transigencia con el pecado. ( W. Barclay, 2006), (CB. W. MacDonald, 2004).

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