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P6. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu I. No nos hagamos vanagloriosos II, irritándonos III unos a otros, envidiándonos unos a otros IV, V. (GAL 5:25,26).

I. ANDAR EN ESPÍRITU SANTO: El Espíritu Santo es la tercera persona de la trinidad, es Dios, con todos sus atributos, soberanía y divinidad. Andar en el Espíritu es un progreso continuo involucra vivir en la presencia consciente del Señor Jesucristo y permitir que Su mente, por medio de Su Palabra, domine todos los procesos de pensamiento y por ende todo lo que se hace. También implica sacudirse del sistema, alejarse del círculo de los sentidos, liberarse de las circunstancias y afanes, renunciar a mantener el control, tomar distancia de nuestro yo para que Cristo viva libremente en nosotros. Es la rendición incondicional de nuestro tiempo, nuestras capacidades, nuestro intelecto, nuestro cuerpo, nuestra disposición, nuestros recursos, a la voluntad plenaria de Dios. Jesús mismo ejemplificó a la perfección la manera de vivir y avanzar bajo dirección del Santo Espíritu de Dios (Lucas. 4:1). Debemos estar atentos para no adelantarnos ni atrasarnos respecto de Su dinámica en nuestro crecimiento y progreso cristiano. Esto requerirá afinidad intima con Dios, estudiar Su palabra, no descuidar la oración, ser obedientes y mantener sanas relaciones con los hermanos en la fe. En conclusión, el andar constante en el Santo Espíritu es la única forma de vivir una vida cristiana coherente a la profesión de fe. Así también, el medio para que todo el cuerpo de Cristo, bien sintonizado, avance, crezca y de desarrolle adecuadamente. (BDE. MacArthur 2015).

II. VANAGLORIA: Jactancia del propio valer u obrar (RAE). Presunción u orgullo del propio valer (Oxford Languages). Hacer o decir algo solo para jactarse o atraer halagos y atenciones. Postura del individuo que sobreestima sus posesiones materiales, sus capacidades, conocimientos, habilidades o talentos. Por ende, alimenta un concepto de sí mismo más alto que el que debiera de tener y no escatima oportunidades para alardear ante a los demás con sus aires de superioridad y soberbia.

III. IRRITAR: Hacer sentir ira. Excitar vivamente afectos o inclinaciones naturales como los celos y el odio (RAE). Excitar vivamente un sentimiento (Oxford Languages). Agitar y provocar el lado negativo en una persona. Llenar de ira, fastidio, tristeza, cólera o enojo a los demás.

IV. ENVIDIA: Tristeza o pesar del bien ajeno. Emulación, deseo de algo que no se posee (RAE). Sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí algo que otra posee. Deseo de hacer o tener lo que otra persona tiene (Oxford Languages). Sentimiento débil o intenso de tristeza, fastidio o enojo que experimenta alguien por no poder hacer o tener lo que otra persona posee o es capaz. Dolor y sensación de fracaso frente a lo que es percibido éxito en otros. Impresión de derrota o desilusión por lo considerado deseable en el prójimo y no poseerlo. A continuación, algunos síntomas del envidioso(a):

• Les ofende el triunfo, la abundancia, el bienestar, la capacidad o prosperidad del prójimo. En consecuencia, se sienten mejor cuando a los demás no les va tan bien en la vida.

• Critican o se burlan todo el tiempo y en todos los escenarios posibles de sus semejantes: por ejemplo, de cómo visten, como lucen, de que o como hablan, de la dieta, de la familia, del desempeño laboral, de las ideas o propuestas, etcétera.

• Tienden generosamente a la hipocresía, por ende, el envidioso no felicita con sinceridad, no saluda con verdadero entusiasmo, no se alegra, no reconoce y no disfruta con naturalidad de los momentos agradables de la vida.

• Dejan pasar adrede la ocasión de reconocer lo honorable, lo positivo y/o resaltante en otras personas, sin embargo, no pierden la oportunidad de señalar los desaciertos o equívocos en los demás. Esto no quiere decir que no se denuncien o expongan los yerros cuando verdaderamente sean necesarios, no obstante, hay que hacerlo evitando dar la impresión de superioridad moral o académica, peor aún, expresando cierto deleite o gusto por el error del hermano o el prójimo.

• Etcétera, etcétera.

V. El vanagloriarse revela una motivación negativa en la actuación o elocución, es decir, para presumir, alardear o jactarse. Esto, a buen seguro provocará irritación en los demás, quienes, posiblemente reaccionarán con rivalidad, antipatía o manifiesta hostilidad. Posiblemente los gálatas se desafiaban unos a otros al argumentar ciertos asuntos, pero, esto lo hacían en la fuerza de la carne, lo cual favorecía la envidia y la irritación reciproca que acentuaba aún más, las divisiones y pleitos unos con otros. Sin embargo, cuando las cosas se hacen bajo la dirección del Santo Espíritu hay bendición para todos. Pablo está enseñando que se deben amar unos a otros, servir unos a otros. Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados, solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gálatas 5:13,14). Los creyentes debieran practicar el bien unos con otros, no por vanagloria, sino para servirse sinceramente e impulsar la unidad y el bienestar en la comunidad cristiana. Es de vital importancia que los cristianos busquemos la dirección del Espíritu Santo, el mismo que producirá el fruto indispensable para una saludable convivencia. (CB. W. Barclay, 2006), (CB. W. MacDonald, 2004).

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