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P2. Amado, no imites I lo malo II, sino lo bueno III. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios IV, V. (3. JUAN 1:11).

I. IMITAR: Ejecutar algo a ejemplo o semejanza de otra cosa. Hacer o esforzarse por hacer algo lo mismo que otro o según el estilo de otro (RAE). Actuar, comportarse o hacer algo a semejanza de otra persona (Oxford Languages). Implica un comportamiento, intención o postura, con equivalencia fiel o muy semejante al original.

II. LO MALO, MALDAD, IMPIEDAD: De valor negativo, falto de las cualidades que cabe atribuirle por su naturaleza, función o destino (RAE). Acción mala e injusta (RAE). Falta de piedad, compasión o virtud (RAE). La idea de mal o maldad se asocia a las conductas y comportamientos humanos que se consideran perjudiciales, destructivos o inmorales y son fuente de sufrimiento moral o físico. Desde este segundo punto de vista menos general y vinculado a lo humano, se denomina más bien perversidad (https://es.wikipedia.org/wiki/Mal). Cualquier pensamiento, sentimiento, acción u omisión consentida que infraccione la justicia, la rectitud, la verdad, el honor, la virtud o las leyes de Dios. La maldad empieza con una disposición del corazón que seguidamente comprometerá la funcionalidad motriz del individuo (conducta y comportamiento). Esto, se traducirá en acciones negativas (reales o virtuales) que definirán el carácter de aquellos que se entregan a la impiedad para desdicha propia. También implica el deleite en planear o consumar una mala obra, además del placer malicioso que produce el conocer algo negativo del prójimo. Transitar sin reparos el sendero de la maldad puede conducir a un punto sin retorno, con una total hostilidad por el Creador y Su legislación, en consecuencia, una acelerada corrupción de los principios y valores humanos (Romanos 1:28-32). Contra ello se revela el profeta Isaías clamando: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo, que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz, que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20). El señor Jesús reveló el origen de toda la maldad humana, el problema es interno, “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). (CB. W. Barclay, 2006) (CB. Matthew Henry, 1999).

III. LO BUENO, EL BIEN: En la teoría de los valores, la realidad que posee un valor positivo y por ello es estimable (RAE). El cristianismo entiende el bien como el valor otorgado al actuar de una persona bajo los estándares legislativos y morales de Dios. El Creador determina y deja claro en Su palabra que es el bien o lo que debemos entender como lo bueno. En consecuencia, aunque tenemos cierta suficiencia para hacer “cosas positivas“, el hacer el bien será una capacidad que solo lograremos, conociendo, entendiendo, meditando y practicando con rigor lo que Dios dice que es el bien o lo bueno. Por otra parte, un verdadero cristiano renacido presenta como evidencia de su posición una nueva relación con el pecado. Esto es, detestar, despreciar, aborrecer, odiar el pecado. Por el contrario, su deleite y alegría está en practicar lo bueno, lo recto, lo íntegro, lo justo, lo intachable, lo honorable en todo contexto de su vida.

IV. La persona que de forma intencional y sistemática se sujeta a la voluntad de Dios tiene su origen espiritual en el Creador, es decir el ADN del Padre está en él. (CB. Simón J. Kistemaker 2001).

V. La exhortación va dirigida a Gayo, lo cual, es un refuerzo positivo a su buen testimonio, muy diferente al ejemplo de Diótrefes. Este precepto aplica de forma general a todos los cristianos respecto de no imitar lo malo sino lo bueno. Ahora bien, el contexto de la tercera epístola de Juan bosqueja cierta controversia causada por un “hermano” llamado Diótrefes, que, al parecer, era un líder de la congregación respectiva. Este, se resistía a la autoridad del apóstol Juan y no solo rehusaba recibir a los hermanos itinerantes y brindarles la hospitalidad requerida, sino prohibía a otros creyentes a hacerlo bajo la advertencia de echarlos de la congregación. Con esto claro, entendemos que el apóstol Juan recalca a las congregaciones el acoger a los hermanos itinerantes (Verdaderos misioneros actuales) y prodigarles cobertura espiritual y material adecuada según corresponda. Todo esto, bajo una correcta coordinación y planificación. (CB. W. Barclay, 2006).

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