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P2. Todo aquel que permanece en él, no peca I; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido II, III. Hijitos, nadie os engañe IV, V; el que hace justicia es justo, como él es justo VI- VIII. (1. JUAN 3:6,7).

I. PECAR: Cometer un pecado (RAE). Actuar o pensar, según una determinada religión, contra la voluntad de Dios o contra los preceptos de esa religión. Cometer una falta o apartarse de lo que es recto y justo (Oxford Languages).

♦ PECADO: Cosa que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido (RAE). Pensamiento, palabra o acción que, en una determinada religión, se considera que va contra la voluntad de Dios o los preceptos de esa religión (Oxford Languages). Insuficiencia del ser humano para conformarse o ajustarse a la ley de Dios (Diccionario Baker 2019). Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley (1. Juan 3:4 – Biblia / RVR 1960). Anomalía congénita moral. Defecto de forma y de funcionamiento que incapacita al individuo para ajustarse a la normativa del Creador. Pensamiento, palabra, orientación, actitud, acción, omisión o indiferencia que transgrede, infracciona, vulnera o va en contra de la naturaleza santa y perfecta de Dios expresada en Su legislación. Por lo cual, el individuo pecador no solo se constituye en transgresor penal de la ley, sino también, en ofensor moral del Creador. Para graficar la magnitud del pecado lo enmarcaremos en términos judiciales humanos; Los pecados que comete una persona natural (no regenerado) originan en su contra un expediente, el cual, deviene en una acusación “fiscal”, luego de las evidencias irrebatibles que prueban los delitos se pronuncia el veredicto de CULPABILIDAD, seguidamente una “sentencia de muerte” (acta de los decretos) es emitida en desfavor del pecador (Romanos 6:23). Por otro lado, el pecado en el creyente ya no es punitivo judicialmente, sin embargo, si estos no son declarados ante Dios para el perdón respectivo (1. Juan 2:1) y, peor aún, si se mantienen en el tiempo, las medidas correctivas del Creador llegarán en algún momento (hebreos 12:6, 7). Sin olvidar, que estas transgresiones limitarán el crecimiento espiritual y detendrán el desarrollo de propósito en el converso.

II. No quiere decir que los cristianos no pecarán, es más, el creyente más esforzado en su santidad a menudo manifestará pecado en alguna de sus multiformes presentaciones, ya que la carne no es redimida (1. Pedro 3:21). Con todo, los creyentes fuimos regenerados espiritualmente y tenemos el Santo Espíritu que nos capacita para una vida victoriosa sobre el pecado. Lo que Juan condena es la práctica habitual, sistemática, y deliberada del pecado, es decir, una persona que reincide gustosamente en ciertas faltas. Este tipo de individuos, expone un patrón de comportamiento que lo sumerge en un círculo vicioso donde una cosa lleva a la otra. Dicho de otra manera, la persona cae en un proceso continuo de transigencias, concesiones o negligencias que suministrarán la materia prima para la producción de pecado. Por lo tanto, si alguien se hace llamar cristiano y se solaza en la transgresión, es bastante probable la ausencia de un cambio genuino en su vida, a saber, no fue regenerado, no tiene fe en Cristo y mucho menos una relación salvífica con Él. En la práctica es un incrédulo e inconverso. Ahora bien, no olvidemos que, para el creyente genuino relajado, la pesada mano correctora de Dios lo alcanzará (hebreos 12:8).

III. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1. Juan 1:8 -10).

IV. ENGAÑAR: Hacer creer a alguien que algo falso es verdadero (RAE). Hacer creer a alguien por medio de palabras, acciones, etc., lo que no es verdad (Oxford Languages). El engaño es una afirmación o acción deliberada que induce al error, oculta la verdad o promueve una creencia, concepto o idea que puede ser verosímil, pero que no es verdad. El engaño también se vale del disimulo, la distracción, ocultación, manipulación, lenguaje corporal falso, entre otros, para lograr sus propósitos que usualmente son beneficios personales de algún tipo. (Deception – Wikipedia).

V. Es responsabilidad de los creyentes no ser inducidos y conducidos al error de una vida licenciosa y disipada que los falsos maestros pudieran promover.

VI. JUSTICIA OPERATIVA O PRÁCTICA: Principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece (RAE). Principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde (Oxford Languages). Todo lo que se conforma, todo lo que se ajusta y todo lo que refleja la naturaleza y legislación del Creador. Denota rectitud, integridad, un estado de conducta irreprensible o excelencia moral. Esto, ya sea que se juzgue en base a normas divinas o humanas. La justicia operativa es fruto del Espíritu (Efesios 5:9). Para esto es importante la oración incesante, el estudio de la palabra, la obediencia y el andar continuo en el Espíritu Santo. No hay otra manera de lograr ejemplaridad moral verdadera.

VII. En los cristianos renacidos genuinamente prevalecerá el ADN espiritual del Creador por sobre la carne, y, se demostrará con la práctica de la justicia y la dirección de una vida apartada de todo mal. No significa en ninguna manera que alguien llegue a ser justo porque hace justicia, sino, que alguien hace justicia porque ya fue declarado justo. Por tanto, el practicar el pecado nunca será una opción sobre la mesa para un creyente verdadero, y, si eventualmente cayere en pecado, se levantará, pedirá perdón a Dios y redoblará sus esfuerzos para no volver a caer. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1. Juan 2:1)

VIII. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo. Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios. Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano” (1. Juan 3:8 -10 / NVI 1999).

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