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P1. No améis el mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo I, los deseos de la carne II, III, los deseos de los ojos IV y la vanagloria de la vida V, no proviene del Padre, sino del mundo VI, VII.  (1. JUAN 2:15, 16).

I. MUNDO: No tiene nada que ver con el planeta físico, natural y hermoso creado por Dios. Sino que, implica todo el sistema levantado por la humanidad, quienes estructuran una sociedad de principios, valores, tradiciones, costumbres y demás, en expreso manifiesto de rechazo y rebeldía al Creador. Este, da a conocer su realidad por medio de lo creado y Su legislación en las sagradas escrituras, la biblia.

♦ AMISTAD CON EL MUNDO: Posicionamiento de expresa conformidad con los principios, propósitos y perspectivas del mundo (CENT. Ernesto Trenchard, 2013). El hombre que anhela los placeres de este mundo y busca perversamente su amistad (CB. W. Hendriksen, 2000). Apego emocional fuerte, profundo e íntimo, respecto de lo que el sistema anti teísta mundano promueve como: éxito, gozo, diversión o buena vida. En ese sentido, no se puede tener una buena relación con el sistema mundano sin caer en la corrupción moral y toda clase de antiprincipios que colisionan directamente con la ley del Creador.

♦ DESEOS MUNDANOS: Anhelo personal de realización plena en y a través de las cosas que este mundo ofrece. Hambre de placeres, codicia por las riquezas, afán de protagonismo, ambición material, anhelo de poder, ansia de reconocimiento, apetencia por la fama o cualquier otra búsqueda desordenada que solo encuentra su satisfacción en la esfera terrenal (Mateo 6:25-34). Los que buscan satisfacer los deseos mundanos usualmente viven desde una perspectiva física, corruptible y finita, sometidos a los sentidos, persiguiendo las comodidades, procurando el lujo, y, siendo esclavos de todo tipo de ilusiones que muchas veces ni siquiera entienden (CB. W. MacDonald, 2004), (CENT. Ernesto Trenchard, 2013). Todas las personas en mayor o menor medida y de alguna manera, expresamos mayor confianza en cierta parte de la creación más que en el Creador. Es decir, en determinado aspecto y circunstancia consideramos esta dimensión material como el objeto de nuestra seguridad y máximo bienestar.

♦ MUNDANAL: Perteneciente o relativo al mundo como sociedad humana, con sus placeres y vanidades (RAE). De las cosas terrenas y materiales o relacionado con ellas, en oposición a lo celestial o espiritual (Oxford Languages).

II. DESEO: Movimiento afectivo hacia algo que se apetece. Anhelarlo con vehemencia. (RAE). Interés o apetencia que una persona tiene por conseguir la posesión o la realización de algo (Oxford Languages).

♦ CONCUPISCENCIA: Deseo de bienes terrenos y, en especial, apetito desordenado de placeres deshonestos (RAE). Deseo de bienes materiales o terrenos, en especial deseo sexual exacerbado o desordenado (Oxford Languages). Gratificación de los apetitos ilegítimos de cualquier clase, pero probablemente referido especialmente a los pecados sexuales (CB. W. MacDonald, 2004). Complacencia en el deseo de lo malo y lo prohibido. Ansia intensa y a menudo violenta, desordenada, desbocada, desequilibrada, de bienes materiales o deleites terrenales. Además, deseos sexuales exacerbados, descontrolados, frívolos o lascivos que están prestos a manifestarse en una actividad corporal. También, toda clase de antiprincipios como el odio, la mentira, la envidia, las rivalidades, las iras, la codicia, avaricia, la soberbia y demás.

III. CARNE, (naturaleza caída, humanidad): Uno de los tres enemigos del alma, que, según el catecismo de la doctrina cristiana, inclina a la sensualidad y lascivia (RAE). Ansiedad perversa, impotencia moral permanente, corrupción manifiesta, desesperada malignidad, indiferencia depravada. Connatural propensión o inclinación hacia lo malo, lo injusto y lo corrupto (Romanos 7.18). Esto, en sus diversas variantes, tamaños, envolturas, presentaciones, apariencias y colores. Además de la tendencia a estímulos pecaminosos del ambiente externo, la misma carne suscita malos deseos al interior de la persona con el objeto de satisfacer su propia degeneración (Santiago 1:14-15). La carne está totalmente infectada de pecado, el cual, ha corrompido la condición general del individuo, su disposición en la mente y los procesos de pensamiento, y, finalmente su actuación en los hechos. Podemos corroborar que este defecto de forma y funcionamiento se hace patente a todos los seres humanos de todos los tiempos (Romanos 3:23). Ahora bien, el creyente genuino es una nueva criatura en Cristo (Efesios 2:10), espiritualmente hablando, sin embargo, la carne no ha sido redimida, es decir, mantiene sus propiedades, apetitos, características y atributos degradados (1. Pedro 3:21), (Romanos 8:23).

IV. DESEO DE LOS OJOS: Se entiende como los malos deseos que se generan cuando dejamos a los mismos insubordinarse. Aunque, claro está que los ojos son únicamente una vía por la cual ingresan insumos visuales a la mente donde son procesados según las conveniencias de cada quien para obtener un producto final. Seguidamente algunos pecados de los ojos:

♦ LUJURIA: Exceso o demasía en algunas cosas. Deseo excesivo del placer sexual (RAE). Exceso o abundancia de cosas que estimulan o excitan los sentidos. Deseo y actividad sexual exacerbados (Oxford Languages). La Lujuria es un comportamiento o actitud que se caracteriza principalmente por un exceso de apetencia. Este movimiento del ánimo esta comúnmente asociado a incentivos mentales o sensoriales (los sentidos) que producen obsesión y deseos desordenados en diferentes ámbitos de la vida.

♦ CODICIA: Deseo vehemente de poseer muchas cosas, especialmente riquezas o bienes (Oxford Languages). Es el afán desmedido e interminable por tener riquezas y bienes terrenales (RAE). La codicia en este sentido comporta un deseo impetuoso de posesiones, bien sea materiales (riqueza, propiedades, bienes y demás), o inmateriales (estatus, poder, influencia, posición, placeres). El codicioso ambiciona tener más de lo que necesita para vivir. Pone su corazón en lo que desea con tanta intensidad que, usualmente incurre en conductas y comportamientos al margen de la moralidad y la legalidad para conseguir lo que es objeto de su codicia.

♦ LASCIVIA: Deseo y actividad sexual exacerbados (Oxford Languages). Propensión a los deleites carnales. Apetito inmoderado de algo (RAE). Disposición excesiva, desbocada, descomedida, lujuriosa, hacia los placeres o deleites carnales. También se entiende como la Intensión, la voluntad, el propósito o la pretensión erótica dirigida a quien es fuente del deseo. Este desgobierno de la carga sexual puede manifestarse en actitudes que podrían resultar incómodas para la otra persona. A continuación, algunos síntomas o manifestaciones:

      • Miradas cargadas de morbo
      • Tocamientos indebidos
      • Acercamientos excesivos (dependiendo del contexto)
      • Imágenes o mensajes con alusión sexual
      • Palabras ambivalentes
      • Lenguaje corporal insinuante
      • Movimientos o gestos sugerentes
      • Etcétera, etcétera…

Cabe mencionar que este pecado puede presentarse tanto en los solteros como en los casados. Además, puede afectar el matrimonio, esto cuando no se demarcan de común acuerdo los límites sexuales prácticos. La lascivia promueve todo lo que induce a despertar sensaciones libertinas. Además, tiende a fomentar el pecado sexual y la lujuria hedonista. Asimismo, se vale de algunos placeres legítimos para mostrarse o descubrirse.

V. VANAGLORIA: Jactancia del propio valer u obrar (RAE). Presunción u orgullo del propio valer (Oxford Languages). Hacer o decir algo solo para jactarse o atraer halagos y atenciones. Postura del individuo que sobreestima sus posesiones materiales, sus capacidades, conocimientos, habilidades o talentos. Por ende, alimenta un concepto de sí mismo más alto que el que debiera de tener y no escatima oportunidades para alardear ante los demás con sus aires de superioridad y soberbia.

♦ OSTENTAR: Mostrar o hacer patente algo. Hacer gala de grandeza (RAE). Exhibir con vanidad y presunción una cosa. Mostrar o llevar a la vista cierta cosa (Oxford Languages). Conducta extravagante que exhibe, muestra o hace manifiesto alguna cosa. También se entiende como el hecho de presumir, fanfarronear o ufanarse de un cargo, un título o un privilegio en particular. Alardear, lucirse, pavonearse de las riquezas o posesiones materiales que se tiene. Todo, con la finalidad de llamar la atención de los demás. Así también, el ostentar tiene como esencia la obsesión, necesidad o urgencia de echar en cara al prójimo lo que él no tiene. Esto evidencia incapacidad para disfrutar de lo propio sin las miradas de los demás. Asimismo, puede revelar escasez de sana estima personal, y, en consecuencia, la necesidad imperativa de reconocimiento o valoración por medio de la ostentación. («Ostentar». En: Significados.com. Disponible en: https://www.significados.com/ostentar/ Consultado: 11 de noviembre de 2020, 12:16m).

VI. El apóstol Juan arremete contra el mundo, es decir, contra la idea de que es la estancia definitiva para los creyentes. Que están aquí para ver cumplidos todos sus proyectos, sueños, metas, propósitos y anhelos personales. Como consecuencia de esta actitud, algunos conversos pudieran acomodarse plácidos en esta esfera y olvidar que solo están de paso por aquí, que son peregrinos con propósito, que su destino y final hogar es el cielo. Esto no significa detestar el mundo material, ya que es creación de Dios, sino, evitar la complacencia en el sistema de valores distorsionados de esta dimensión. Para efectos prácticos implica; eludir sus creencias materialistas, sus cultos paganos, sus conceptos hedonistas, sus caminos idólatras, sus falsos encantos, sus ideologías humanistas, estilos de vida disolutos, corrompidos, libertinos, los cuales, el entusiasta sistema mundano ofrece generosamente para la gratificación, deleite y placer de la carne. “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:15).

VII. Y el mundo pasa, y sus deseos, pero, el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1. JUAN 2:17).

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