P22. Sean vuestras costumbres I sin avaricia II, contentos con lo que tenéis ahora III; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre IV. (HEB 13:5, 6).
I. COSTUMBRE: Manera habitual de actuar o comportarse (RAE). Manera habitual de obrar una persona o colectividad, establecida por un largo uso o adquirida por la repetición de actos (Oxford Languages). Manera de vivir, conducta, comportamiento, actitud o estilo de vida.
II. AVARICIA: Afán desmedido de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas (RAE). Afán de poseer muchas riquezas por el solo placer de atesorarlas sin compartirlas con nadie (Oxford Languages). Desear más allá de la necesidad, egoístamente y en exceso, bienes y riquezas por el simple placer de tener más. Apego desordenado a la riqueza o al deseo de más y más placeres sensuales. La avaricia es un vicio que daña al hombre y le impide compartir los bienes que posee. Lo hace insensato y duro para con sus semejantes, lo convierte en esclavo, adicto e idólatra de las posesiones materiales y/o pecuniarias.
♦ CODICIA: Deseo vehemente de poseer muchas cosas, especialmente riquezas o bienes (Oxford Languages). Es el afán desmedido e interminable por tener riquezas y bienes terrenales (RAE). La codicia en este sentido comporta un deseo impetuoso de posesiones, bien sea materiales (riqueza, propiedades, bienes y demás), o inmateriales (estatus, poder, influencia, posición, placeres). El codicioso ambiciona tener más de lo que necesita para vivir. Pone su corazón en lo que desea con tanta intensidad que, usualmente incurre en conductas y comportamientos al margen de la moralidad y la legalidad para conseguir lo que es objeto de su codicia.
III. CONTENTO: Alegre, satisfecho (RAE). Que está alegre, feliz y satisfecho. Que está satisfecho o conforme con lo que tiene u obtiene (Oxford Languages). El contentamiento mantiene Independencia emocional de lo que no se tiene y considera lo tenido. Es estar satisfecho y alegre con lo que Dios da. Al depender de Dios, somos independientes de todas las demás cosas, porque nuestra confianza y contentamiento está siempre en Él (Mateo 6: 24-34). (BDE. Matthew Henry 2017). Por el contrario, el descontento acerca de la provisión que Dios dispone para cada cristiano genera el amor al dinero, y, como es sabido, no se puede servir a dos señores porque se amará a uno y se detestará al otro (Mateo 6:24). Con todo, el dinero o las riquezas no poseen negatividad intrínseca, empero, tienen un solo lugar donde maximizan sus capacidades y suficiencias. Ese lugar es el de servidumbre. El dinero es un excelente siervo, pero, un amo brutal, despiadado y nefasto para aquellos que deciden voluntariamente convertirse en cautivos del mismo. “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1. Timoteo 9:10).
IV. Usualmente la persona natural que está inmersa en avaricia entiende que su seguridad se encuentra en el dinero o los bienes materiales. La exhortación del autor de hebreos a los creyentes es no caer en esta actitud. Ahora bien, no quiere decir que sea negativo tener bienes materiales o pecuniarios, es más, los cristianos debemos trabajar honradamente para proveer lo necesario para la manutención propia, la de los nuestros y la de los hermanos en necesidad. El peligro radica en la avaricia, lo cual implica acumular bienes para sentirse más seguro, con lo cual, se traslada la confianza de Dios, quien es nuestro ayudador y sustentador, para colocarla sobre el dinero o las posesiones. “Nada hemos traído y nada nos llevaremos de esta vida”. Una máxima inmejorable respecto del lugar que deben ocupar los bienes materiales en esta vida, el de servicio.