P20. Acordaos de los presos I, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados II, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo III, IV. (HEB 13.3).
I. PRESO: Dicho de una persona: Que sufre prisión (RAE). El contexto hace referencia específicamente a encarcelados por causa de Jesucristo.
II. MALTRATADO: Ser tratado con crueldad, dureza y desconsideración. Tratar a alguien de forma brusca, descuidada o desconsiderada. El contexto hace referencia a los cristianos que eran tratados duramente en las cárceles solo por el hecho de su fe. Así también, a los cristianos en posición de servidumbre que tenían amos inconversos. Estos creyentes muchas veces eran acosados, golpeados, despreciados o despojados por su fidelidad a Cristo y el evangelio.
III. Es aquí donde vemos en la Iglesia primitiva su aspecto más noble, potente y verdadero. En aquellos tiempos era común que los cristianos fueran encarcelados por su proclama de fe en Jesucristo. También sucedía, que muchos creyentes navegaban en flaqueza financiera y obligaciones de dar suma de dinero que, al no poder satisfacer ante sus acreedores, estos no dudaban en denunciarlos y encarcelarlos. Otro caso que se presentaba era de cristianos privados de su libertad por bandoleros o tomados prisioneros por piratas. Estos malhechores, exigían fuertes sumas de dinero para liberar a los creyentes cautivos. Entonces, entraba en escena la iglesia con acciones eficaces y contundentes. Tertuliano escribe en su Apología: “Si se daba el caso de cristianos en las minas, desterrados a las islas o encarcelados sólo por su fidelidad a la causa de la Iglesia de Dios, entonces estos se convertían en los protegidos de su confesión”. El orador pagano Arístides decía de los cristianos: “Si los cristianos se enteran de que uno de los suyos está en la cárcel o en dificultades por su confesión de fe, le otorgan toda la ayuda posible en su necesidad, y, si cabe la posibilidad de lograr su libertad la procuran con diligencia”.
Se decía que cuando Orígenes era joven: “Estaba al lado de los santos mártires en la cárcel hasta que fueran condenados, luego, cuando eran llevados a la muerte, los acompañaba sin temor al peligro”. Las constituciones apostólicas establecían: “Si los impíos condenan a un cristiano a las minas por causa de Cristo, este no debe ser olvidado, sino, todo lo contrario, debe ser sustentado con los ingresos de vuestro trabajo y sudor, enviándole lo necesario para su manutención como soldado que es de Cristo”. Cuando había que rescatar a creyentes que caían en poder de ladrones, bandidos, piratas o en esclavitud, las Constituciones apostólicas establecían: “Todo dinero que se pueda reunir de vuestro trabajo honrado, debe ser destinado a la redención de los santos, comprando la libertad de esclavos, de los cautivos, de los prisioneros, de maltratados o condenados por los tiranos”. Cuando los ladrones de Numidia se llevaron cautivos a un grupo de cristianos, la iglesia de Cartago reunió una gran suma de dinero para rescatarlos y prometió más. Algunas veces se dio el caso de cristianos que se vendían a sí mismos como esclavos para que se reuniera el dinero necesario para el rescate de sus hermanos. Numidia: (202 – 46 a. C.) fue un antiguo reino bereber africano ahora extinto. Se extendía en lo que hoy es Argelia y parte de Túnez (Norte de África) que posteriormente alternó entre ser una provincia romana y ser un estado vasallo romano. Los cristianos buscaban a sus hermanos en la fe, hasta en las selvas. De hecho, había una comunidad cristiana en las minas de Fenón. (CB. W. Barclay, 2006).
IV. En los primeros siglos del cristianismo y aun en la edad media no era inusual que muchos creyentes fueran arrestados y encarcelados por causa de su fe. El identificarse con estos prisioneros podía ser peligroso, sin embargo, el amor de Cristo exigía un servicio especial para ellos. Esto significaba, visitarlos, proveerles, darles soporte emocional y espiritual. Hoy en la mayoría de los países occidentales hay libertad de culto y religión, aun así, muchos de nuestros hermanos en algunas regiones del mundo sufren persecución por su fe. En ese sentido, no debiéramos olvidarnos de ellos. Si no es posible ayudarlos directamente, debemos tenerlos presentes en nuestras oraciones y plegaria como si fuésemos nosotros los encarcelados por el testimonio de Jesucristo.