P2. Tu pues, hijo mío, Esfuérzate I en la gracia II que es en Cristo Jesús III. (2. TIM 2:1).
I. ESFUERZO: Empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades (RAE). Acción de emplear gran fuerza física o moral con algún fin determinado. Actitud de la persona que se esfuerza física o moralmente por algo (Oxford Languages). Se relaciona con la fuerza, energía o carácter para afrontar inconvenientes o circunstancias negativas, así como, en la consecución o logro de objetivos. El esfuerzo es insumo primario para alcanzar metas, las cuales, requerirán en mayor o menor grado una provisión de paciencia, coraje y determinación de nuestra parte.
II. GRACIA: Don o favor que se hace sin merecimiento particular; concesión gratuita. Perdón o indulto (RAE). Influencia divina sobre el corazón de una persona y su reflejo positivo en la vida práctica y el carácter de la misma (BDE Palabra Clave 2016). Concesión gratuita que se recibe sin ser digno de la misma. Beneficio que se acepta sin ningún tipo de mérito o derecho. En ese sentido, la gracia salvadora implica “doblarse o inclinarse” en favor benevolente hacia alguien que inspira compasión (Gran diccionario enciclopédico de la biblia, Clie, 2013).
Dios en Su infinito amor y soberanía es la fuente de toda clemencia salvadora, y, es Él, quien da la iniciativa frente la humanidad pecadora y condenada (Romanos 3:23,24). La gracia va más allá de un concepto, pues es una experiencia que viven los creyentes perdonados y salvados en Cristo Jesús. El Creador dispone Su gracia para todos aquellos que han transgredido Su legislación y pecado contra Él (Romanos 6:23). Además, es una realidad que capacita al cristiano genuino para vencer el pecado y la injusticia, así como, para descubrir la voluntad de Dios en cada situación concreta (2. Timoteo 1:19). La gracia siempre opera desde dentro, transformando al creyente para que sus obras de hombre regenerado sean originadas en el interior, desde la mente renovada por el favor del Creador (Efesios 2:10). Así también, el ir creciendo en la gracia implica madurez en la fe, santidad progresiva evidente, y, adultez en la manera de pensar y actuar frente a las vicisitudes de la vida diaria. De igual manera, tolerancia y mansedumbre en la continua interacción con el prójimo interno (creyente) y el externo (inconverso).
III. Pablo instó a Timoteo a fortalecerse en el poder de la gracia que es en Cristo Jesús, y, a reavivar su compromiso con el ministerio que le fue encomendado. Este llamado también se extiende a todos los cristianos. A saber, la fuente continua de fortaleza y coraje es la GRACIA que Dios hace fluir sobre los verdaderos creyentes. La misma, inyecta energía espiritual por medio de sus recursos como; la oración incesante, el seguimiento riguroso de las escrituras, el congregarse regularmente, participar de la santa cena, etc. Estas herramientas de gracia son absolutamente necesarias a fin de poder vivir apartados del pecado, obedecer con solvencia y predicar con denuedo las buenas nuevas del evangelio. Esta invocación a la perseverancia y valentía fue tanto para Timoteo en su ministerio como lo es para todos los cristianos en general. (BDE. MacArthur, 2015), (CB. W. Barclay, 2006), (CB. W. MacDonald, 2004).