P16. Cada uno según el don I que ha recibido, minístrelo a los otros II, III, como buenos administradores IV de la multiforme gracia de Dios V. (1. PED 4:10).
I. DONES DEL ESPÍRITU: Provisión, competencia o capacidad espiritual de orden superior otorgado por el Espíritu Santo para edificación de la comunidad cristiana. Dios anima a los creyentes a procurar y ejercitar con denuedo estos dones, ya que, los mismos son necesarios para el ministerio en la iglesia. La naturaleza de los dones espirituales viene determinada por su misma denominación, es decir, son dádivas, presentes o dotes por parte de Dios hacia los creyentes, y, en ese sentido deberán cultivarse, disponerse y gestionarse gratuitamente para el servicio a los demás.
II. MINISTRAR: Servir o ejercer un oficio, empleo o ministerio (RAE).
III. El mejor don es aquel con el que fluimos en el momento oportuno y trae complemento al cuerpo de Cristo. En romanos 12: 6-8 leemos “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía úsese conforme a la medida de la fe, o si de servicio, en servir, o el que enseña, en la enseñanza, el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”. Podemos observar actividades que muchas veces son tenidas en menos por quienes las realizan o por quienes tienen dones más públicos, creyendo que tales trabajos no están enmarcados como dones espirituales. Aquí, el Espíritu nos revela una hermosa verdad: El que sirve, el que enseña, el que corrige, el que reparte, aun aquel que practica la misericordia, todos son dones valiosos, al igual que cualquier ministerio de gobierno. También podemos ver en la primera carta a los corintios 12:27-30 que Pablo sigue enseñando respecto de los Dones Espirituales, y, la interconexión de los mismos para la edificación del cuerpo de Cristo. Los Dones que aquí se describen como los de enseñanza, los que ayudan, los que administran, sirven al mismo propósito: para estructurar, fortalecer, dar soporte, instruir y mantener a la iglesia. Sin embargo, el apóstol nos insta a que todas estas maravillosas dádivas deben ser amalgamadas por el don supremo del amor (1. Corintios 12: 31; 13:1), además de ser el factor motivante para maximizar la utilidad de los mismos.
IV. ADMINISTRADOR: Persona que administra bienes ajenos (RAE).
V. “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén” (1. Pedro 4:11 / RVR 1960).