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P6. Amados, yo os ruego como a extranjeros I y peregrinos II, que os abstengáis III de los deseos carnales IV que batallan contra el alma V, manteniendo VI buena vuestra manera de vivir entre los gentiles VII-IX; […]. (1. PED 2:11,12).

I. EXTRANJERO: Dicho de un país: Que no es el propio (RAE). Que es o viene de un país distinto al de la persona que habla (Oxford Languages). El extranjero es aquel que no tiene los derechos de nacimiento porque está radicado fuera de su patria (CENT. Ernesto Trenchard, 2013). Personas que viven en un país extranjero pero que retienen su propia ciudadanía (CB. Simón J. Kistemaker 2001). En el sentido de estar viviendo en un país extraño en el que no se tienen los derechos de ciudadanía (CB. W. MacDonald, 2004).

♦ ADVENEDIZO: Venido de un lugar distinto de aquel donde se ha establecido (RAE).

II. PEREGRINAR: Dicho de una persona: Andar por tierras extrañas. En algunas religiones, vivir entendiendo la vida como un camino que hay que recorrer para llegar a la unión con Dios después de la muerte (RAE). Andar o viajar una persona por tierras extrañas que presentan dificultades (Oxford Languages). No tener lugar fijo de residencia porque está de paso, tiene otro destino (CENT. Ernesto Trenchard, 2013). Situación “de paso” por un país en el que se reside temporalmente, como en peregrinaje (CB. Matthew Henry, 1999). En el sentido de que están obligados a vivir por un tiempo en un espacio que no es su hogar permanente (CB. W. MacDonald, 2004).

III. ABSTENERSE: Contenerse o refrenarse, apartarse (RAE). Negarse a participar de lo que se tiene al alcance. Autocontrolarse respecto de acciones, pensamientos o circunstancias plenamente accesibles. Una persona no podría abstenerse de algo si no tiene las posibilidades y los deseos de obtener o consumar ese algo.

♦ MORTIFICAR: Domar las pasiones castigando el cuerpo y refrenando la voluntad (RAE).

♦ MORTIFICAR LA CARNE: Actitud deliberada por la cual un creyente genuino busca mortificar, hacer morir en sí mismo los impulsos, tendencias o inclinaciones pecaminosas remanentes. Esto, como parte del proceso de santificación progresiva. El mortificar la carne Involucra un esfuerzo intencional, enfocado y constante, todo con la finalidad de eliminar progresivamente la pluralidad de manifestaciones de la naturaleza humana no redimida (Romanos 7), (1. Corintios 9:27), (1. Pedro 3:21).

IV. DESEO: Movimiento afectivo hacia algo que se apetece. Anhelarlo con vehemencia. (RAE). Interés o apetencia que una persona tiene por conseguir la posesión o la realización de algo (Oxford Languages).

♦ DESEOS CARNALES: Son todos aquellos deseos que apelan al contexto carnal o físico. Ansia intensa y a menudo violenta, desordenada, desbocada, desequilibrada, de bienes materiales o placeres terrenales. Además, deseos sexuales exacerbados, descontrolados, frívolos o lascivos que están prestos a manifestarse en una actividad corporal. También, toda clase de antiprincipios como el odio, la mentira, la envidia, las rivalidades, las iras, la codicia, avaricia, la soberbia, la malicia, y cualquier intenso deseo que sea inconsecuente con la voluntad de Dios. Por decirlo de alguna manera, todos tenemos un lado obscuro dentro de nosotros que nos traicionará a la primera oportunidad que tenga (CENT. Ernesto Trenchard 2013), (CB. W. MacDonald, 2004).

♦ DESEOS MUNDANOS: Anhelo personal de realización plena en y a través de las cosas que este mundo ofrece. Hambre de placeres, codicia por las riquezas, afán de protagonismo, ambición material, anhelo de poder, ansia de reconocimiento, apetencia por la fama o cualquier otra búsqueda desordenada que solo encuentra su satisfacción en la esfera terrenal (Mateo 6:25-34). Los que buscan satisfacer los deseos mundanos usualmente viven desde una perspectiva física, corruptible y finita, sometidos a los sentidos, persiguiendo las comodidades, procurando el lujo, y, siendo esclavos de todo tipo de ilusiones que muchas veces ni siquiera entienden (CB. W. MacDonald, 2004), (CENT. Ernesto Trenchard, 2013). Todas las personas en mayor o menor medida y de alguna manera, expresamos mayor confianza en cierta parte de la creación más que en el Creador. Es decir, en determinado aspecto y circunstancia consideramos esta dimensión material como el objeto de nuestra seguridad y máximo bienestar.

♦ CARNE, (naturaleza caída, humanidad): Uno de los tres enemigos del alma, que, según el catecismo de la doctrina cristiana, inclina a la sensualidad y lascivia (RAE). Ansiedad perversa, impotencia moral permanente, corrupción manifiesta, desesperada malignidad, indiferencia depravada. Connatural propensión o inclinación hacia lo malo, lo injusto y lo corrupto (Romanos 7.18). Esto, en sus diversas variantes, tamaños, envolturas, presentaciones, apariencias y colores. Además de la tendencia a estímulos pecaminosos del ambiente externo, la misma carne suscita malos deseos al interior de la persona con el objeto de satisfacer su propia degeneración (Santiago 1:14-15). La carne está totalmente infectada de pecado, el cual, ha corrompido la condición general del individuo, su disposición en la mente y los procesos de pensamiento, y, finalmente su actuación en los hechos. Podemos corroborar que este defecto de forma y funcionamiento se hace patente a todos los seres humanos de todos los tiempos (Romanos 3:23). Ahora bien, el creyente genuino es una nueva criatura en Cristo (Efesios 2:10), espiritualmente hablando, sin embargo, la carne no ha sido redimida, es decir, mantiene sus propiedades, apetitos, características y atributos degradados (1. Pedro 3:21), (Romanos 8:23).

♦ MUNDANAL: Perteneciente o relativo al mundo como sociedad humana, con sus placeres y vanidades (RAE). De las cosas terrenas y materiales o relacionado con ellas, en oposición a lo celestial o espiritual (Oxford Languages).

V. El cristiano genuino vivencia diariamente en su carne no redimida (1. Pedro 2:21) una lucha incesante, sin tregua, contra los malos deseos que se oponen a los intereses espirituales. Estos, pueden ofrecerse en una pluralidad de formas, presentarse en una variedad de escenarios y asirse en una infinidad de motivos, causas o excusas. Ahora bien, hay deseos naturales del cuerpo que no son inherentemente malos, por ejemplo: la necesidad de comida, bebida, abrigo, entretenimiento, compañía, etcétera, sin embargo, también se presentan deseos pecaminosos y contrarios a la legislación del Creador. En ese sentido, debemos tener claro que el deseo negativo emergente, per se no constituye pecado (pero es evidencia de la naturaleza pecaminosa humana), lo que genera la transgresión es consumar el deseo, ya sea en la mente, en una expresión física o en hechos concretos. Por esas razones, es importante mantenerse en alerta moral todo el tiempo y no incurrir en la negligencia de permitir que nuestros deseos revoloteen libremente sin ser debidamente filtrados, contenidos, negados o anulados según corresponda. Por otra parte, siempre es mejor no proveer para los malos deseos, es decir, no dar lugar, no propiciar, no motivar o no proveer ocasión.

VI. MANTENER: Conservar algo en su ser, darle vigor y permanencia. Sostener algo para que no caiga o se tuerza. Proseguir en lo que se está ejecutando. Perseverar, no variar de estado o resolución (RAE). Hacer que una cosa continúe en determinado estado, situación o funcionamiento (Oxford Languages).

VII. CONDUCTA: Manera con que las personas se comportan en su vida y acciones (RAE). Manera de comportarse de una persona en una situación determinada o en general (Oxford Languages). La conducta expresa el actuar de una persona frente a determinados circunstancias o estímulos, tanto externos como internos. Traduce en hechos lo que siente, dice o piensa. En una sociedad los individuos se rigen por códigos o normas de conducta dictados por su cultura, idiosincrasia, tradiciones, modo de vida, situación o costumbres. Por otro lado, existen protocolos de conducta aceptados en un determinado entorno social, económico, político, festivos, laboral, castrense, familiar, etcétera, que, debieran ser observados apropiadamente según corresponda.

VIII. GENTIL, PAGANO: Entre los judíos, dicho de una persona o una comunidad que profesa otra religión (RAE). Término que se usa para aquellos que no siguen al verdadero Dios. Inconversos, no creyentes, impíos. También se aplica para aquellos que practican conductas, comportamientos y pensamientos indeseables, degradados, corrompidos, los mismos que van en contra de la legislación del Creador.

IX. El apóstol Pedro nuevamente repara en que los verdaderos creyentes somos extranjeros en esta tierra, nuestra ciudadanía es de los cielos. Por ende, el cristiano es súbdito del reino de Dios y es por las leyes de este reino que debe regir su vida. Esto no quiere decir en ninguna manera una evasión de la realidad aquí en la tierra, todo lo contrario. El creyente deberá asumir toda su parte de responsabilidad mientras peregrine en este mundo, pero, su ciudadanía está en el cielo, y las leyes de ese reino son prioridades no negociables para él. En otro orden de ideas, el cristiano debe procurar que toda su manera de vivir sea tan concordante con la palabra de Dios, tan irreprochable en su conducta, que desmienta sin palabras las calumnias o habladurías levantadas en su contra. Estemos o no de acuerdo, todos los cristianos somos embajadores y anunciadores del evangelio (2. Corintios 5:20), con nuestra vida diaria hacemos que los demás lo aprecien o desprecien. Por lo tanto, un comportamiento honorable en palabras, actos y actitudes son la manera más poderosa de proclamar y respaldar las buenas nuevas a los no creyentes.

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