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P5. Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada I- III, para que por ella crezcáis para salvación IV, si es que habéis gustado la benignidad del Señor V. (1. PED 2:2,3).

I. El apóstol Pedro utiliza el simbolismo de la urgencia que tienen los niños recién nacidos por la leche materna versus la necesidad que debieran tener los creyentes genuinos por nutrirse y crecer espiritualmente. Los bebés que llegan al mundo desean el alimento de sus madres en una manera impaciente, ya que este representa seguridad, consuelo y unidad con su progenitora. Ser amamantado abre un vínculo en la vida del recién nacido que redituará en beneficios físicos y mentales necesarios para su óptimo desarrollo. Entonces, Pedro dice que los cristianos debiéramos anhelar como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada, ¿Pero qué clase de leche es esta? Se nos dice que es pura, sin contaminación, polución ni agente dañino.

II. SANA DOCTRINA (leche espiritual no adulterada): Enseñanza cristiana libre de error o vicio, es decir, íntegramente fiel a la intención de las escrituras. No adulterada por conveniencias, tradiciones, prejuicios, paradigmas, razonamientos entenebrecidos, costumbres o desconocimiento académico insolente. La sana doctrina está fundamentada absolutamente en su correspondencia plenaria a la palabra de Dios.

III. ADULTERAR: Alterar fraudulentamente la composición de una sustancia. Falsear, alterar la naturaleza de algo. (RAE). Alterar o eliminar la calidad y pureza de una cosa añadiéndole algo que le es ajeno o impropio. Alterar o falsear el sentido auténtico de una cosa o la verdad de un asunto (Oxford Languages).

IV. Pedro incide en una formación cristiana verdadera, es decir, ausente de herejías, libre de mediocridades, de malas interpretaciones, de simbolismos forzados, de alegorías antojadizas e ignorancias atrevidas. Todo lo contrario, debiera ser académicamente precisa, y, teológicamente conforme y consistente a la palabra revelada. Ahora bien, lo común es que esta “leche espiritual” sea suministrada por el maestro de la Iglesia local, correctamente instituido por el Espíritu Santo (Efesios 4:11-12) y fuertemente conocedor de las escrituras. No obstante, todo el que enseña a otro las verdades bíblicas ofrece “leche espiritual” de alguna manera, por lo tanto, deberá asegurarse que la entrega pura y sin adulteración, recordando que el objetivo primordial es sustentar interiormente y hacer crecer en salud espiritual a quien la recibe. Finalmente, la enseñanza de SANA DOCTRINA evidenciará cristianos continuamente renovados por la gracia de Dios y más sabios en consecuencia (Romanos 12:2; Filipenses 4:8-9).

V. Esta búsqueda es una actitud natural del cristiano verdadero, es decir, de aquellas personas que han nacido nuevamente para salvación eterna. Por esa causa, será una necesidad propia y exclusiva de los cristianos porque solo estos podrían de forma genuina buscar al Señor.

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