P4. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas I, sin ira II ni contienda III. (1. TIM 2:8).
I. MANOS SANTAS: El levantar las manos era una forma sacerdotal judía de intercesión y oración profunda. Sin embargo, esta frase vincula una vida deliberadamente santa, esto es, apartada del pecado, con una conciencia limpia (Hechos 24:16), sin autorizada disposición al mal y procurando con diligencia expresar un comportamiento intachable e irreprensible. Si no fuera el caso, lo primero será pedir perdón a Dios por los pecados y transgresiones (1. Juan 1:9). Es contraproducente e irrespetuoso acercarse al Creador pidiendo alguna dádiva, cuando nuestras vidas diarias están en disonancia consciente y aposta respecto de la santidad que el Creador demanda de sus hijos. Ahora, bien, la oración verdadera y la ira son mutuamente excluyentes, asimismo, la oración genuina y la contienda son incompatibles y por tanto inviables. (CB. W. Hendriksen 2000), (CB. Matthew Henry 1999).
II. IRA, ENOJO (orge): Movimiento del ánimo que suscita ira contra alguien (RAE). Enfado, especialmente el que está causado por una falta de obediencia, de obligación o de respeto (Oxford Languages). La ira (orge) es una emoción compuesta por sentimientos negativos, que pueden conllevar a actos de violencia verbal, física o virtual (entiéndase, malos deseos hacia otra persona). Puede presentarse en cualquier escenario y surgir por diversas causas como; un conflicto laboral, trato injusto o irrespetuoso, frustración por no lograr algo, traición por parte de alguien, o por determinada circunstancia considerada dañina, perjudicial o no deseada. Así también, esta ira (orge) se alimenta lentamente del enfado, el fastidio, la rabia, la cólera, los celos, la envidia, el desprecio, la antipatía, la impotencia, la furia, entre otros, para provocar en el individuo, gran irritabilidad, rencor, odio, resentimiento o deseos de venganza a corto, mediano o largo plazo. El domino propio es imprescindible para manejar la ira (orge) y no incurrir en acciones, palabras, pensamientos o deseos poco dignos. Pidamos al Espíritu Santo que nos guie y nos ayude a desarrollar esta cualidad (2. Pedro1:5-7) (Proverbios 16:32). (CENT Ernesto Trenchard 2013), («Ira». En: Significados.com. Disponible en: https://www.significados.com/ira/ Consultado: 15 de octubre de 2020, 12:16m).
III. CONTIENDA: Mala intención contra el prójimo o malos deseos para alguien. Amargura, rencor, odio, envidia, irritación, disgusto, disputa, discusión, debate, controversia, riña, pleito, pelea o animosidad hacia alguien. Todo esto podría evidenciar falta de perdón al prójimo (Mateo 5:23; 6:15). También se puede entender como una actitud dudosa al momento de acercarse a Dios, lo cual, pudiera revelar falta de confianza en el Creador. Debemos dirigir a Dios nuestras oraciones en completa confianza de que Él escucha y contesta según su voluntad y determinación (Santiago 5:16). (CB. W. Barclay, 2006).
♦ CONTENDER: Discutir, contraponer opiniones o puntos de vista (RAE). Enfrentarse [dos personas] entre sí para imponer su voluntad o conseguir algo. Luchar entre sí varias personas que aspiran a un mismo objetivo o a la superioridad en algo (Oxford Languages). Expresión de enemistad traducida en pleitos, disputas, conflictos o debates belicosos (Diccionario expositivo Vine, 1999). Es el ánimo litigante que nace de los desacuerdos hostiles, la competencia desbocada, la antipatía, la envidia o rivalidad con los demás. Se caracteriza por el ansia o afán de triunfo, posición, poder, prestigio, dominio o reconocimiento desordenado. Las contiendas devienen en rencores, resentimientos, recelo, rabia u odio entre los participantes de la misma. También se da el caso cuando alguien genera contienda bajo la percepción de peligro para su “posición de dominio o prestigio” por parte de otra persona. En consecuencia, no tolerará que alguno proponga “mejores ideas”, exhiba mayores conocimientos, habilidades, argumentos, capacidades o destrezas en algún área de inter acción común. Este, es el pecado que coloca el yo por delante y en consecuencia la negación flagrante del amor cristiano. (CB. W. Barclay, 2006).