P3. Exhorto, ante todo, a que se hagan rogativas I, oraciones II, peticiones III y acciones de gracias IV, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad V. (1. TIM 2:1,2).
I. ROGATIVAS: Se entiende como un ruego intenso, apasionado y esmerado que acompaña una petición específica para algo en particular. Las rogativas o súplicas son humildes peticiones enfocadas en una situación concreta en la cual solo Dios puede dar la dirección y ayuda necesaria. (W. Hendriksen 2000).
II. ORACIONES: Término general que cubre toda clase de reverencias, veneraciones, alabanzas, pleitesías, ruegos, pedidos, intercesiones y agradecimientos a Dios. Algunas características de la oración: (CB. W. MacDonald 2004).
• Debe ser continua; tendemos muchas veces a orar solamente en las grandes crisis de la vida o por necesidad de algo, pero, es en la oración constante donde el cristiano encuentra la fuerza diaria.
• Debe ser intensa; una oración de vanas repeticiones y rutinaria no nos llevará a ninguna parte. La oración requiere concentración deliberada de todas las facultades al momento de la misma.
• La oración debiera ser en el espíritu; es decir, inspirada y conducida por Él. ¿Qué valor tienen los rezos, los monólogos o las oraciones formales recitadas puramente de rutina?, es decir, sin pensar en su significado?, muy poco. Debe haber vigilancia, atención, sensatez y lucidez en la oración.
• Velando en ello; hemos de velar contra el adormecimiento, contra la dejadez, contra la flojera, contra el vaivén de los pensamientos y preocupaciones ajenas al momento. La oración demanda agudeza espiritual, estar alertas y concentrados, además de ser perseverantes en la misma.. Hemos de persistir en pedir, buscar, llamar (Lucas 11:9).
• La oración deberá involucrar súplicas por todos los santos. Ellos también están en la lucha y necesitan ser apoyados en oración por sus compañeros de milicia.
III. PETICIONES O INTERCESIONES: Puntualiza las peticiones, solicitudes, rogativas o súplicas dirigidas a Dios en favor del prójimo. Es la audiencia ante Dios para pedir en beneficio de otra persona. (W. Hendriksen 2000).
IV. ACCIÓN DE GRACIAS: El agradecimiento debe ser una práctica constante, así como, la atmosfera donde fluye el creyente. Puesto que implica reconocer deliberadamente la clemencia y bondad de Dios derramada sobre nosotros cada día. Ahora bien, la gratitud al Creador no debe estar condicionada a los buenos o malos momentos que presenta la vida, debiera ser una actitud neutral a las circunstancias. Para el cristiano sincero, todas las cosas ayudan en su crecimiento, aun las cosas que puedan considerarse dolorosas, poco auspiciosas o indeseadas. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó” (Romanos 8:28 – 30). Eventualmente la naturaleza humana se concentrará en lo que no tiene, en las circunstancias poco favorables, en lo que percibe como éxito terrenal no alcanzado, en lo que desea o anhela, y, se olvidará de valorar y agradecer por lo que si tiene. (CB. W. Hendriksen 2000).
V. Es menester orar por todas las personas del mundo para que lleguen al conocimiento del evangelio. La oración por todos los hombres debe considerarse como un privilegio y una carga, ya que, de alguna manera somos deudores para con nuestros semejantes acerca de las buenas nuevas de la gracia. Asimismo, debemos orar específicamente por los ciudadanos que ejercen autoridad civil en nuestras comunidades, aunque no sean de nuestro gusto, debemos honrarlos y orar por ellos ya que han sido establecidas por Dios (Romanos 13:1,2). El sentido de la oración por las autoridades es para que haya estabilidad económica, jurídica y política en nuestros países, además, libertad de pensamiento, religión y culto. Esto, para que podamos vivir en paz y tranquilidad, sirviendo a Dios con devoción, santidad e integridad de conciencia. (CB. W. MacDonald, 2004).