P11. Siervos I, obedeced II en todo a vuestros amos III terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios IV. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres V. (COL 3:22-23).
El esclavo o siervo no era más que un objeto ante la ley. En aquellos tiempos no existía algo semejante a un código o norma de condiciones laborales. Muchas veces cuando un esclavo dejaba de ser rentable para su patrón, se le abandonaba y dejaba morir. No tenía derecho a tener esposa, y, si cohabitaba y tenía un hijo, este pertenecía al amo lo mismo que las crías del ganado. Una vez más, todos los derechos pertenecían al amo y los deberes al esclavo. El siervo no tenía ningún tipo de prerrogativa, el amo podía hacer con él lo que quisiera, podía disponer de su cuerpo y de su vida como le pareciera mejor. Por otro lado, muchos esclavos tenían buena educación e instrucción. Estos, asumían responsabilidades especiales en las casas de los ciudadanos ricos, puesto que ayudaban en la disciplina y educación de los hijos de sus señores, o también, se encargaban de la administración y cuidado de la casa de su patrón. El evangelio no derriba la estructura social mediante rebeliones o sublevaciones. Sin embargo, donde las buenas nuevas han sido proclamadas, la esclavitud ha sido desarraigada y eliminada. Pablo hace respetar los deberes de amos y esclavos cuyo paralelo moderno recae en los deberes de empleados y jefes. Dicho de otro modo, las instrucciones que dejó el apóstol Pablo pueden aplicarse perfectamente a patrones y asalariados actuales. (CB. W. Barclay, 2006), (CB. Matthew Henry, 1999), (BDE. MacArthur, 2015), (CB. W. MacDonald, 2004).
I. SIERVO: Esclavo de un señor. Persona completamente sometida a alguien o algo, o entregada a su servicio (RAE). Persona enteramente sometida o entregada al servicio de otra (Oxford Languages). Para los tiempos modernos con equivalencia a empleados, obreros, trabajadores, o cualquier persona que trabaje o sirva bajo autoridad.
II. OBEDECER: Cumplir la voluntad de quien manda (RAE). Cumplir la voluntad de quien manda o lo que establece una ley o norma (Oxford Languages). Aceptar y llevar a cabo las disposiciones de quien tiene autoridad para ordenarlas. Así también, sujetarse y acatar las leyes, preceptos, normas, códigos, ordenanzas, estatutos y cualquier política de conducta establecida en algún ámbito de interacción.
III. AMO: Dueño o señor de la casa o familia. Persona que tiene a su servicio uno o más criados, respecto de ellos. Dueño de esclavos. Persona que tiene predominio o ascendiente decisivo sobre otra u otras. como tratamiento dirigido al señor o a alguien a quien se desea manifestar respeto o sumisión. Mayoral o capataz (RAE). Persona que tiene a otras personas trabajando a su servicio o bajo su autoridad o dominio, respecto de estas personas (Oxford Languages). Para los tiempos modernos con equivalencia a jefes, patrones, capataces, superiores o cualquier persona que tenga autoridad sobre alguien.
IV. Un verdadero siervo cristiano debía completa obediencia y devoción a su amo terrenal como parte de su ministerio y testimonio para el Señor. Ahora bien, si tanto el patrón como el cautivo eran cristianos, este último no debía sacar ventaja de su amo por la realidad de ser hermanos en Cristo. Por el contrario, el siervo se esforzaría en darle un mejor servicio porque lo hacía para un creyente en el Señor. Además, para un esclavo cristiano no sería necesario que el patrón lo esté vigilando para que haga un buen trabajo. Este lo haría de corazón, con calidad y lealtad no por congraciarse con el amo, sino porque es un servicio como para Dios. Estas instrucciones enfatizan el lado positivo de la obediencia. Los cautivos debían obedecer para agradar a Dios y no solo por evitar el castigo. (CB. Warren W. Wiersbe 2019), (CENT. Ernesto Trenchard 2013).
V. En cada esfera de la vida existen muchas tareas que podríamos considerar duras y poco deseables. Sin embargo, todo trabajo puede ser glorificado y dignificado haciéndolo como para el Señor. En ese sentido, no hay diferencia entre trabajo secular y trabajo de servicio a Dios. Todo debiera hacerse dentro de las máximas capacidades y posibilidades razonables, con excelencia, calidad y esmero, como si lo fuésemos a presentar a Dios mismo. Un empleado creyente debe ser un excelente trabajador, puntual, competente, sobrio, pero, sin caer en excesos laborales o descuidar sus compromisos familiares, conyugales, etcétera. Debe obedecer de la mejor manera todo lo que le encargue su jefe, siempre que esto no comprometa su primera lealtad que es para con Dios. Debe laborar sin cuidado respecto a supervisión alguna, ya que, el Dios de los cielos lo está observando en todo momento. Así también, no deberá intentar sacar ventaja o beneficios extras de un colega hermano en la fe, y mucho menos, si este es su jefe. En el mundo competitivo de hoy eventualmente habrá obstáculos para obedecer a Dios y conservar el trabajo o recibir un ascenso. Pese a esto, el cristiano genuino deberá sujetarse a Dios y confiar en Él en todo momento, más aún, cuando las cosas se pongan difíciles y tenga que tomar decisiones que puedan costarle el empleo. (CB. Warren W. Wiersbe 2019), (CB. W. Hendriksen 2000).