P10. Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor I, II. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas III, IV. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor V. Padres, no exasperéis VI a vuestros hijos, para que no se desalienten VII, VIII. (COL 3:18-21).
Pablo entrega una serie de exhortaciones a los miembros de la familia cristiana. Tiene recomendaciones para esposas y esposos, y, para padres e hijos en este caso. La vida familiar cristiana no se basa en la unilateralidad de los deberes y privilegios, sino en la responsabilidad del mutuo beneficio. Los esposos tienen cometidos tan importantes como las esposas, los hijos están tan obligados como los padres. Por lo cual, es necesario recordar que el centro de todas estas relaciones es el Señor Jesucristo, quien es, además, el Mediador en todas ellas. Cualquier relación cristiana que se precie de ser exitosa y plena se viven solo en Él. No hay otra manera (Juan 15:5). (CB. W. Barclay, 2006).
I. SUJETAR: Someter a la posición o disposición de alguien (RAE). El contexto hace referencia a una sujeción voluntariosa, equilibrada, sensata, consensuada, prudente, sobria y amorosa en Jesucristo. Sin olvidar que la misma está condicionada a la obediencia primera de las leyes divinas.
♦ SOMETERSE: Proponer a la consideración de algunas razones, reflexiones u otras ideas (RAE). Aceptar la autoridad o la voluntad de otra persona, generalmente sin oponer resistencia (Oxford Languages). Subordinarse voluntariamente y de buena gana a un superior o autoridad sin exceder el perímetro de lo lícito, prudente, ordenado, juicioso y razonable.
II. En primer lugar, el apóstol se dirige a las esposas. Se les instruye a que estén sujetas en el amor de Jesucristo a sus esposos. No se trata de superioridad o inferioridad; de jefatura y subordinación vertical, ni de posición necesariamente, sino de un orden establecido por Dios donde el esposo es cabeza del hogar y máximo responsable de la familia. La mujer ha recibido el lugar de ayuda idónea, para que bajo la dirección amorosa de su esposo atiendan juntos los temas familiares. Ella no debiera dominar ni conducir unilateralmente, al menos que las circunstancias lo demanden (incapacidad mental o física del marido para asumir sus funciones), sino seguir la dirección amable, conciliada y sensata de su esposo, pero, sin comprometer su primera lealtad que es al Señor Jesús. Cuando una mujer cristiana se somete en amor a Dios y a su esposo, disfrutará de un contentamiento, seguridad y quietud que no encontraría de otra manera. Así también, el amor y sumisión mutuos a Dios propiciarán un ambiente óptimo de crecimiento, satisfacción, estabilidad, unión y fortaleza conyugal. El sujetarse de la esposa al esposo no quiere decir en ninguna manera que ella no tenga opinión, voto, criterio, convencimiento, libertad responsable o capacidad de decisión en sus asuntos. Asimismo, tampoco quiere decir que ella no pueda capacitarse continuamente, trabajar y tener libertad económica. Ahora bien, es muy necesario considerar el contexto cultural de cada creyente. (CB. W. MacDonald, 2004), (CENT. Ernesto Trenchard, 2013), (CB. Warren W. Wiersbe, 2019).
III. ÁSPERO(A): Desabrido, riguroso, rígido, falto de afabilidad o suavidad (RAE). Que carece de suavidad y resulta desagradable para los sentidos (Oxford Languages). Persona que es poco delicado o amable en el trato (lexico.com). Implica propiciar escenarios para el malestar, el resentimiento, la insatisfacción, la tristeza, el dolor, la incomodidad, el enojo y demás sentimientos y emociones poco edificantes en la pareja. La aspereza, se puede manifestar de diversas formas como: la falta de paciencia o respeto, trato duro, hostilidad, amenazas, tosquedad, palabras hirientes, críticas dolorosas, iras incontrolables, rencor, difamaciones, trato vejatorio, falta de sensibilidad, etcétera, etcétera.
IV. El apóstol no se detiene en el consejo a las esposas y equilibra el compromiso de los esposos. Estos, deben amar abnegadamente a sus mujeres, y no ser ásperos con ellas. El esposo no está llamado a convertirse en un dictador indiscutible y la mujer en una “esclava particular” dedicada a criar hijos y satisfacer los deleites físicos de su esposo. El matrimonio cristiano es un equipo que no se forma por conveniencias de alguna de las partes, sino que ambos, marido y mujer, se complementan mutuamente y comparten la vida con sus cargas y alegrías. Ninguna mujer pondría objeción a someterse bajo un esposo que verdaderamente la ama, la protege y vela por ella. Ahora bien, tanto, el colocarse bajo la dirección del esposo, así como, el amar profundamente a la esposa deberá ser un acto intencional de uno y otro, como conviene en el Señor. (CB. W. MacDonald, 2004), (CB. W. Barclay, 2006).
V. Ahora Pablo se dirige a los hijos y les recuerda la obligación de respetar y obedecer “en todo” a sus padres. Ahora bien, la frase “en todo” no tiene implicancias ilimitadas o indefinidas, significa obediencia razonable dentro de los parámetros cristianos, aunque eventualmente no se esté de acuerdo o no sea muy agradable. La obediencia consecuente de los hijos los prepara adecuadamente para el respeto a las autoridades civiles, las leyes divinas y las normativas de la sociedad en su vida adulta. Por otro lado, los hijos cristianos que tienen padres inconversos, muchas veces deberán hacer cosas poco placenteras o pesadas, pero, en tanto no sean claramente pecaminosas, inapropiadas o contrarias a las enseñanzas de Cristo, pueden decidir hacerlas como para el Señor. De esta manera podrán ser de buen testimonio ante sus padres y tratar de ganarlos para Cristo. ( W. MacDonald, 2004), (CENT. Ernesto Trenchard, 2013), (CB. Warren W. Wiersbe, 2019).
VI. EXASPERAR: Irritar, enfurecer, dar motivo de enojo grande a alguien (RAE). Provocar gran irritación o enfado (Oxford Languages). Estimular a la ira (BDE Palabra Clave 2016).
VII. DESÁNIMO, DESALIENTO: Decaimiento del ánimo, desfallecimiento de las fuerzas (RAE). Decaimiento del ánimo o de la energía para continuar haciendo algo (Oxford Languages). Se caracteriza por un sentimiento que debilita las facultades mentales, espirituales y físicas. La mente sufre un bloqueo, una obstrucción que dificulta anímicamente el seguir luchando y esforzándose para continuar. Todos en algún escenario o momento hemos experimentado el desánimo, dado que es una experiencia ineludible de la existencia humana. Sin embargo, es muy peligroso cuando nos hacemos poseedores habituales de este sentimiento.
VIII. En contraparte, los padres no deberían exasperar a sus hijos, esto es: humillarlos ante terceros, compararlos con los hijos de otros, cargarlos de expectativas paternas, ejercer la disciplina de manera desproporcionada, violentarlos, criticarlos duramente, burlarse de ellos, negarles sin razón o explicación adecuada algunas cosas que pudieran pedir, entre otros. El riesgo subyace en que el hijo pudiera descorazonarse y perder la sana confianza en sus capacidades. Los padres no están para desmotivar a los hijos, sino todo lo contrario, para fortalecerlos y darles seguridad.
Un hogar cristiano debiera ser un lugar donde los hijos encuentre un corazón amoroso, un ojo alerta, un oído atento y una mano amiga, por lo cual, preferirán su casa por encima de otros lugares. Al respecto de esto, cuando un hijo no obtiene su fortaleza y correcta valoración dentro de la familia, saldrá a buscarla en cualquier otra parte, lo cual podría desviarlo seriamente. Por otro lado, es lamentable que muchos padres cristianos se excusen con estar ocupados en las labores de la iglesia o el trabajo para no contribuir eficazmente en el desarrollo de las habilidades, la personalidad y los talentos de sus hijos. Ahora bien, hay situaciones extremas donde los padres no podrán estar presentes, ya sea por enfermedad, algún viaje necesario o la partida de alguno de ellos.
Siempre será una pésima idea que los padres lleven sus diferencias conyugales al terreno de los hijos, por ejemplo: la madre prohíbe algo al hijo, y luego, el padre cancela la prohibición, desautorizando a la madre. Con esto, se crea un desgobierno en primera instancia, luego el hijo podría utilizar el desorden de autoridad para sacar ventaja y obtener lo que desea. El resultado será una bancarrota moral y espiritual en el hogar. Finalmente, los padres también deben ser pacientes con sus hijos, escucharlos atentamente, darles tiempo de calidad, compartir los sufrimientos y frustraciones; enseñarles quien es Dios y sus demandas de obediencia y santidad; orar con ellos y encontrar la manera de animarlos. El hogar cristiano debe ser una fuente de aliento donde los hijos encuentren refugio contra las adversidades, corrección adecuada, también instrucción y entereza para pelear las batallas y sobrellevar las cargas que lo conducirán hacia la madurez. (CB. Warren W. Wiersbe 2019).