P8. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros I, II, enseñándoos III y exhortándoos IV unos a otros en toda sabiduría V, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales VI, VII. (COL 3:16).
I. ABUNDAR: Haber o existir en gran número o en gran cantidad. Tener algo en gran cantidad o en gran número (RAE). Existir o darse en gran cantidad. Gran cantidad de algo. Tener gran cantidad de la cosa que se expresa (Oxford Languages).
II. Hace referencia a las escrituras inspiradas por Dios, esto es, la palabra revelada que trajo al mundo. Estas, debieran inundar todos los escenarios de la vida cristiana y sujetar todo pensamiento, locución y actuación. Del mismo modo, la mente debiera ser un lugar de estancia cálida y acogedora donde las escrituras residan cómodamente. Ahora bien, la abundancia de la palabra de Dios en el creyente es directamente proporcional al tiempo invertido en su lectura, retención y reflexión. Esto también facilitará en el cristiano obedecerla con alegría y gratitud. ( W. MacDonald 2004), (BDE. MacArthur 2015).
III. ENSEÑAR: Instruir, doctrinar, amaestrar con reglas o preceptos (RAE). Comunicar conocimientos, ideas, experiencias, habilidades o hábitos a una persona que no los tiene. Hacer ver de forma práctica, mediante una explicación o una indicación, cómo funciona, se hace o sucede una cosa (Oxford Languages). En este caso, la enseñanza implica el análisis responsable y riguroso de las escrituras. Todo, con el objetivo de clarificar el significado, el contexto, el sentido, la dirección y las implicancias para la vida del creyente que es enseñado. Es importante mencionar que la persona que enseña no está exenta de alguna inexactitud o yerro involuntario. De ahí la necesidad que los enseñados también escudriñen las escrituras de manera personal, sistemática y disciplinada (1. Tesalonicenses 5:21-23). Por otro lado, el término enseñar vincula requerimientos de capacitación académica y preparación constante por parte del enseñante, no es suficiente con las buenas intenciones o una buena actitud, hay que instruirse adecuadamente.
IV. EXHORTAR, AMONESTAR: Incitar a alguien con palabras a que haga o deje de hacer algo. Hacer presente algo para que se considere, procure o evite. Advertir, prevenir, reprender. (RAE). Incitar [una persona con autoridad o derecho] a otra a hacer una cosa o a actuar de cierta forma, mediante razones o ruegos. Reprender severamente a una persona por un error o una falta que ha cometido, para que no la vuelva a cometer. (Oxford Languages). Argumento, consejo o declaración que busca inducir a la acción, estimular una línea de conducta o persuadir de abandonar una actitud, postura o actividad. En tal sentido, una palabra de aliento, una reprensión amable o un aviso oportuno pueden hacer la diferencia para que una persona se levante y siga avanzando o quede relegada en el camino.
V. SABIDURÍA: Conducta prudente en la vida o en los negocios. Conocimiento profundo en ciencias, letras o artes (RAE). Conjunto de conocimientos amplios y profundos que se adquieren mediante el estudio o la experiencia. Facultad de las personas para actuar con sensatez, prudencia o acierto (Oxford Languages). La sabiduría es una cualidad atribuida a quien posee una gran cantidad de conocimientos y entendimiento, además, se distingue por usarlos con moderación, prudencia, ubicación, lucides, integridad y buen juicio en sus interacciones. La sabiduría se desarrolla deliberadamente en el tiempo, a partir de la observación y análisis de las propias vivencias y, también de las ajenas. Asimismo, reflexionando sobre los sucesos cotidianos, ponderando las debilidades propias en la imperfección del temperamento humano circunstancial y constante. También son importantes, la memoria, la experiencia, la perseverancia, la paciencia y la actitud de seguir aprendiendo. («Sabiduría». En: Significados.com. Disponible en: https://www.significados.com/sabiduría/ Consultado: 27 de marzo de 2021, 4:56 pm).
♦ SABIDURÍA CRISTIANA: Entendimiento y habilidades prácticas requeridas para vivir de una manera que glorifique a Dios (BDE. MacArthur 2015). Habilidades prácticas que permiten apreciar las cosas y los sucesos en su justo valor, en conformidad con la ley divina (CB. Matthew Henry, 1999). Suficiencia práctica en el arte de vivir la vida que Dios espera de cada creyente (BDE. MacArthur, 2015). Cualidad suprema y divina del alma que le permite a la persona conocer y practicar la integridad (CB. W. Barclay, 2006). Perspicacia y pericia para llegar a conclusiones correctas (CB. W. Hendriksen, 2000). Conocimiento comprehensivo de las cosas en su propia naturaleza y relaciones, junto con el poder de combinarlas de una manera útil y práctica (Diccionario enciclopédico bíblico ilustrado, Clie, 2016). “El principio de la sabiduría es el temor de JEHOVÁ” (Proverbios 1: 7 / RVR 1960). A saber, que su palabra capacita con verdadero entendimiento, profundidad y plenitud respecto del conocimiento sobre las circunstancias que determinan la existencia y el propósito de la misma. Además, proporciona herramientas para el acertado discernimiento acerca de lo que el Creador determina, como autoridad máxima, lo que es bueno y malo. Por otro lado, la sabiduría cristiana siempre es dependiente de Dios. No puede subsistir en las buenas intenciones o en un mero conocimiento intelectual humano. Debe estar siempre conectada con la mente del Creador, con su palabra y su espíritu (CB. W. MacDonald 2004). “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (Santiago 3:17).
VI. Todo creyente tiene una responsabilidad para con sus hermanos en Cristo, por tanto, debe ser sensible a las necesidades de los mismos, y, ofrecer palabras apropiadas y acciones eficaces considerando la situación con el criterio adecuado. La enseñanza tiene que ver con la ortodoxia, mientras que la prudente amonestación invoca el compromiso de todas las partes. En ese sentido, la SANA DOCTRINA debe ser compartida generosamente y con la mayor precisión posible. También, según la necesidad lo demande, una exhortación piadosa ayudará a la disciplina y armonía en el cuerpo de Cristo. Es importante recordar que la enseñanza y la amonestación, serán más fácilmente aceptadas en toda sabiduría y amor que, si se expresan con energía excesiva, falta de empatía o dureza verbal. . (CB. W. MacDonald 2004), (BDE. MacArthur 2015).
VII. Si bien los cristianos del primer siglo tuvieron acceso al Antiguo Testamento y lo usaron con libertad, la mayoría no podía tener un ejemplar de los libros en sus casas como si lo podemos tener hoy. Sumado a esto, no tenían a su alcance el Nuevo Testamento para estudiar, ya que este se estaba estructurando y consolidando. En consecuencia, las historias y enseñanzas acerca de Cristo fueron memorizadas y transmitidas de persona a persona. Algunas veces se le puso música, y, vino a ser una parte importante en la adoración y educación cristianas. Tertuliano, apología 39, relata que en los “agapes”, después de que el agua fuera provista para las manos y las luces fueran encendidas, según la capacidad de cada quien, sea por su memoria de las escrituras o por sus dones de composición, se les podía invitar a que cantasen alabanzas a Dios por el bien común. (CB Jamieson Fausset y Brown).