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P3. Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios. I- III. (COL 2:18, 19).

I. PRIVAR: Despojar a alguien de algo que poseía. Prohibir o vedarle a alguien algo (RAE). Dejar a una persona sin algo que le pertenece o sobre lo que tiene derecho, o dejar una cosa sin algo que le es propio (Oxford Languages).

II. Los falsos maestros proclamaban que Dios estaba demasiado lejos. Entonces, era elemental determinadas experiencias místicas, como adorar a los ángeles de forma escalonada, hasta ser digno de poder llegar al Creador. Estas personas, alardeando humildad, consideraban arrogancia cristiana el poder acercarse directamente a Dios, de modo que, en su supuesta humildad, exhibían soberbia incurable e idolatría flagrante. La Biblia enseña que los ángeles son siervos de Dios y está prohibido adorarlos (Éxodo 20:3,4; Apocalipsis 22:8,9). En la actualidad tenemos algo similar. Hay católicos romanos “humildes” que no oran directamente a Dios ni al Señor Jesús, de modo que su lema es “Todo a Jesús por María; todo a María para Jesús”. Esta “supuesta humildad” los lleva a adorar a la creación antes que al Creador. Por lo cual, es necesario que el creyente construya su ortodoxia en la palabra de Dios, no en la opinión, creencias, costumbres o tradiciones de la sociedad en general. Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Así también, los cristianos no debiéramos admitir que ningún ritualista nos condene y mucho menos que nos prive del beneficio de poder acercarnos a Dios directamente a través del canal regular que Él estableció. La palabra de Dios dice con total claridad que hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo, nuestro Señor (1. Timoteo 2:5). (CB. W. MacDonald 2004), (CB. W. Hendriksen 2000), (CB. Craig S. Keener 2019).

III. Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como, no manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”. (Colosenses 2:21-23).

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