P11. Por nada estéis afanosos I, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego II, con acción de gracias III. Y la paz de Dios IV, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús V. (FIL 4:6,7).
I. AFÁN, ANSIEDAD: Estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo (RAE). Estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad (Oxford Languages). El afán o la ansiedad es un aspecto del estado emocional que se traduce en una fuerte actividad del sistema nervioso periférico. Esta condición está ampliamente relacionada con el sentido de supervivencia, tal como lo están el miedo, la ira, la preocupación, la tristeza o la felicidad. Por lo cual, sentir ansiedad de modo ocasional podría considerarse como una inevitabilidad. Sin embargo, se torna en disfuncional cuando a menudo se sufren fuertes episodios de ansiedad, experimentando miedos intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias de la vida. Esta situación de estrés puede conllevar desequilibrios emocionales y la percepción de no poder enfrentar los problemas cotidianos. De igual manera, la ansiedad se da por la incertidumbre del ser humano respecto al futuro y lo que este le pueda deparar. Así como, el miedo y rechazo a los cambios que el venidero pueda exigir. El vivir enfocado solo en el futuro puede propiciar el terreno para esta patología.
En relación a esto se recomienda al creyente un reordenamiento de los pensamientos para mantenerse viviendo en el presente, en el día a día y no tanto en el futuro (Mateo 6:31-34), (Lucas 12:22), (Filipenses 4:6). Asimismo, la confianza en Dios es fundamental para neutralizar la ansiedad, ya que de alguna manera el afán desordenado pudiera representar desconfianza, duda o incredulidad para con el Creador.
II. ORAR, ORACIÓN: La oración es un ofrecimiento de nuestros deseos a Dios, en pos de las cosas agradables a su voluntad, en el nombre de Cristo, con la confesión de nuestros pecados y reconociendo con gratitud sus misericordias. (1 Juan 5:14; 1 Juan 1: 9; Filipenses 4:6; Salmos 10:17; 145: 19; Juan 14: 13,14) (CDF Bautista de 1689 – Catecismo – pregunta 111). Es el canal regular para el dialogo, la comunión intima o interacción entre el hombre y su Creador. Dios nos da la oportunidad de comunicarnos con Él directamente a través de esta capacidad. Ahora bien, la oración no solo tiene el propósito de presentarle a Dios nuestras peticiones, sino lo más importante, aproximarnos más a nuestro Creador que es la fuente de vida y amor inagotables, asimismo, conocer Su voluntad particular, ser agradecidos, recibir consuelo, acoger dirección, hallar descanso para nuestras almas, interceder por otros, renovar nuestras fuerzas y hacer que Su disposición sea la nuestra. En ese sentido, la oración cristiana debe ser ofrecida en el nombre del Señor Jesús (Juan14:13), a saber, tiene que ser presentada bajo la autoridad de Él. Los creyentes deben recordar que son escuchados por Dios, no en virtud de méritos propios, sino en la suficiencia de los de Cristo. Así también, la fe es esencial para la oración porque implica reconocimiento de la bondad y disponibilidad de Dios (Mateo 21:22) (Marcos 11:24) (Santiago. 1:5-8). Cuando oramos debemos tener algunas consideraciones:
a. El amor de Dios, que siempre desea sólo lo mejor para nosotros.
b. La sabiduría de Dios, Él es el único que sabe lo que es mejor para nosotros en cualquier escenario de nuestra vida.
c. El poder de Dios, para hacer que suceda lo que es mejor para nosotros dentro de Su determinación y voluntad.
d. La gratitud a Dios, nuestra vida debe ser un agradecimiento continuo al Creador.
e. La oración debe ser permanente; no solo en las grandes crisis o por necesidad de algo. Es en la oración constante donde el cristiano renueva su vitalidad diaria.
f. La oración debiera ser en el espíritu; es decir, inspirada y conducida por el Santo Espíritu. Las oraciones de vanas repeticiones, monótonas, rutinarias, formales o por inercia sirven de muy poco y no llevarán a ninguna parte. Debe haber vigilancia, sensatez, atención y lucidez en la oración. Así también, conciencia, significado y concentración deliberada en Dios (Mateo 6:6- 7).
La oración es al mismo tiempo un acto y una atmósfera. Como acto, acudimos al Señor en momentos específicos llevándole nuestras alabanzas, nuestras cargas, muestras peticiones, nuestros agradecimientos, nuestras plegarias, etcétera. Pero también es posible vivir en una atmósfera de oración. Esto es, que la actitud de nuestra vida sea de oración incesante, en todo momento, sin perjuicio del tiempo específico dedicado a la misma. (CB. W. Barclay, 2006).
“Que yo me vuelva a través de Tu ayuda irreprensible, justo y santo. Que yo me abstenga de toda maldad, que hable la verdad y haga justicia. Que yo camine por los caminos derechos brillando con templanza, adornado con incorrupción, lleno de hermosura a través de la sabiduría y la prudencia. Que yo medite en las cosas que están arriba y menosprecie lo que es terrenal, porque un hombre no puede glorificar a Dios de ninguna otra manera más que por su virtud, la cual da testimonio de que el poder divino es la causa de su bondad” Gregorio de Nisa.
III. ACCIÓN DE GRACIAS: El agradecimiento debe ser una práctica constante, así como, la atmosfera donde fluye el creyente. Puesto que implica reconocer deliberadamente la clemencia y bondad de Dios derramada sobre nosotros cada día. Ahora bien, la gratitud al Creador no debe estar condicionada a los buenos o malos momentos que presenta la vida, debiera ser una actitud neutral a las circunstancias. Para el cristiano sincero, todas las cosas ayudan en su crecimiento, aun las cosas que puedan considerarse dolorosas, poco auspiciosas o indeseadas. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó” (Romanos 8:28 – 30). Eventualmente la naturaleza humana se concentrará en lo que no tiene, en las circunstancias poco favorables, en lo que percibe como éxito terrenal no alcanzado, en lo que desea o anhela, y, se olvidará de valorar y agradecer por lo que si tiene. (CB. W. Hendriksen 2000). Pablo establece la acción de gracias como el acompañante universal de la oración. Al respecto de esto, todas las oraciones deben incluir el dar gracias por el gran privilegio de la misma oración. Pablo insiste en que debemos dar gracias por todo, en el dolor, en la alegría en las aflicciones, etcétera. Esto implica dos cosas: gratitud y perfecta sumisión a la voluntad de Dios. Solo cuando entendemos que Dios hace todas las cosas correctas y para el bien nuestro, podemos realmente sentir hacia Él la perfecta gratitud que demanda la oración creyente y autentica. (CB. W. Barclay, 2006).
IV. PAZ: Relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos. Estado de quien no está perturbado por ningún conflicto o inquietud (RAE). Situación o estado en que no hay guerra ni luchas entre dos o más partes enfrentadas (Oxford Languages). En el cristianismo, convicción de armonía interior que reciben de Dios los creyentes al saberse reconciliados con Él. Estado de reposo, serenidad, descanso, unión, orden y seguridad espiritual en Dios, todo esto, en medio de los problemas, luchas y tentaciones de la vida. La paz hace parte del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22).
V. Para los filipenses, la vida no podía ser más que preocupante. A los afanes normales de la condición humana, se agregaban las inquietudes del ser cristiano. Esto suponía, un añadido de persecuciones, rechazos y muy posiblemente la muerte, lo cual, generaba en los creyentes gran ansiedad y zozobra. La respuesta del apóstol Pablo frente a esta realidad es la oración constante como solución práctica. Para que la paz de Dios que excede todo razonamiento guardase sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. El resultado de la oración creyente es la paz de Dios, que es tan preciosa que la mente humana con toda su habilidad y conocimiento nunca podrá producir. No es algo que las personas puedan ingeniar o recrear, es exclusivamente un don del Creador. El camino a la paz consiste en confiar y depositar toda nuestra existencia en las amorosas manos de Dios. Pablo recalca que podemos llevar absolutamente todo delante de Dios en oración y ruego. No hay nada demasiado grande para el poder de Dios, ni nada demasiado pequeño para Su cuidado paternal. (CB. W. Barclay, 2006).