P9. Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! I, II.(FIL 4:4).
I. REGOCIJO: Alegría intensa o júbilo. Acto con que se manifiesta la alegría (RAE). Gozo o alegría muy intensa que se hace ostensible. Satisfacción o complacencia que se hace ostensible (Oxford Languages).
II. El apóstol repite su exhortación favorita, ¡regocijaos! No importa cuán oscuras y difíciles sean las circunstancias de la vida, el verdadero cristiano tendrá siempre la opción de regocijarse en el Señor. Pablo mismo estaba en la cárcel y con la perspectiva de ser ejecutado en cualquier momento. Ahora bien, los filipenses estaban iniciando la carrera cristiana y les esperaban días peligrosos, persecuciones y muerte. Pablo les dice desde su experiencia, ¡Regocijaos!, El gozo cristiano es independiente de todas las cosas de la Tierra, porque tiene su fuente en la presencia continua de Cristo. El cristiano no puede nunca perder el gozo porque no puede perder jamás a Cristo. A continuación, John Henry Jowett nos deja una interesante reflexión sobre el gozo:
“El gozo cristiano es un talante independiente de nuestras circunstancias inmediatas. Si dependiese de nuestros alrededores, entonces sería tan incierto como una vela ardiendo sin protección en medio de ráfagas de viento. En un momento la vela arde clara y firme, al siguiente, la llama salta al mismo borde de la mecha y da poca o ninguna luz. Pero el gozo cristiano no tiene relación alguna con el efímero contexto de la vida, y por ello no es víctima de un día fugaz. En un momento mis circunstancias están dispuestas como un soleado día de verano. Poco después de vuelven a disponer como un día tenebroso de invierno. Un día estoy en las bodas; al siguiente estoy junto a un abierto sepulcro. Un día, en mi ministerio consigo diez convertidos para el Señor; luego, durante un largo tiempo, no consigo ninguno. Sí, los días son tan mutables como el tiempo, pero el gozo cristiano puede ser persistente. ¿Dónde reside el secreto de su gloriosa persistencia? Aquí está el secreto: “He aquí que yo estoy con vosotros todos los días”. En los días cambiantes, Él no cambia, ni se cansa. No es un compañero de buen tiempo para dejarme cuando los años se hagan oscuros y fríos. No escoge mis días de próspera fiesta, para no ser hallado en mis días de empobrecimiento y derrota. No se muestra sólo cuando llevo una guirnalda, para ocultarse cuando llevo una corona de espinas. Está conmigo todos los días, los días prósperos y los días de adversidad; días en que doblan las campanas de duelo, y días cuando repican las campanas de bodas. ¡Todos los días! El día de vida, el día de muerte, el día de juicio”. (CB. W. MacDonald 2004).