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P19. Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza I. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo II, III. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne IV, sino contra principados V, contra potestades VI, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo VII, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes VIII. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad IX, y vestidos con la coraza de justicia X, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz XI. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno XII. Y tomad el yelmo de la salvación XIII, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios XIV, orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu XV, y velando XVI en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos XVII, XVIII. (EFE 6:10 -18).

I. FORTALECER: Hacer más fuerte o vigoroso (RAE). Adquirir [una persona] fuerza física o moral (Oxford Languages). Hacerse fuerte, vigoroso en Dios a partir de las debilidades (BDE Palabra Clave 2016). Robustecerse con el vigor de la fuerza que presta el Señor Dios (CB. Matthew Henry 1999). El creyente es consciente de sus debilidades y falencias, por tanto, no puede hacer mucho en sus propias fuerzas contra los ataques espirituales. De ahí la necesidad continua e ininterrumpida de ser fortalecido, de tomar energía, de recargar sus baterías espirituales en el Señor Dios como fuente de poder, vigor y fuerza inagotables. El tiempo de oración específico será absolutamente vital para este propósito.

II. Pablo enfatiza lo indispensable que es para el cristiano la armadura espiritual. Es decir, el creyente debe estar convencido de la vital necesidad de llevar sobre sí la armadura durante toda su vida. La permanencia en la armadura representa las virtudes, convicciones, capacidades, dones y suficiencias otorgadas por el Santo Espíritu para la batalla diaria del converso.

III. FIRMEZA: Entereza, constancia, fuerza moral de quien no se deja dominar ni abatir (RAE). Cualidad de lo que es estable o no se mueve. Voluntad inquebrantable y constancia en la realización de algo (Oxford Languages). Que es estable, que está bien apoyado, cimentado o sujetado, en consecuencia, no se mueve. Es aquello que está establecido en bases sólidas o fijado en fundamentales razones. Actitud tenaz de la persona que se mantiene en sus creencias, convicciones y propósitos. Voluntad inquebrantable y perseverancia en la realización de algo. Que no se deja dominar, abatir, o desplazar fácilmente de una posición, lugar o intención.

IV. La lucha del cristiano no es contra entidades físicas, sino contra poderes invisibles reales. Estos, están definidos en niveles de autoridad dentro de la esfera espiritual en la que actúan. Los poderes, autoridades, gobernadores y huestes espirituales hacen referencia a diferentes clases de espíritus caídos que se oponen a los creyentes. Entonces, Pablo anima a los cristianos a tomar y usar toda la armadura de Dios a fin de permanecer sólidos y en alerta contra las fuerzas del infierno. Esta armadura no solo constituye una protección defensiva, sino que, también debe ser usada en la ofensiva contra las fuerzas enemigas. El apóstol llama a los cristianos a que tomen una posición firme en la batalla espiritual contra Satanás y sus huestes. Con esa idea, la armadura de Dios es perfecta para anular los esfuerzos del adversario, encaminados a fomentar el desaliento, la frustración, los fracasos morales, la confusión espiritual, los errores doctrinales y todo tipo de estímulo que accione desconfianza y desobediencia a la legislación de Dios. (CB Mundo hispano 2003), (BDE. MacArthur 2015), (CB. W. MacDonald 2004).

V. PRINCIPADO: Realidad espiritual con dignidad de príncipe. Clase de ser espiritual maligno (Diccionario Eerdmans 2016). Algunos de Estos en su libre albedrío se corrompieron y se rebelaron contra Dios. En consecuencia, cayeron de la posición de confianza que detentaban ante su Creador.                                                                                                                                                           

VI. POTESTAD: Realidad espiritual que detenta autoridad y poder. En el contexto hace referencia no a las autoridades terrenales, sino a fuerzas espirituales malignas que ejercen influencia nociva en los seres humanos y en el mundo en general.

VII. GOBERNADORES DE LAS TINIEBLAS: Potencias espirituales que, como consecuencia del pecado humano, ejercen jurisdicción satánica sobre este mundo caído y en manifiesta hostilidad hacia Dios.

VIII. HUESTES ESPIRITUALES DE MALDAD: Ejército de ángeles caídos en acción de batalla. Las huestes de satanás se dedican a obstaculizar y obstruir la obra de Cristo y a poner fuera de combate a los soldados cristianos. Cuanto más efectivo sea un creyente para su Señor, tanto más experimentará las ofensivas del enemigo. Por tanto, el creyente deberá mantenerse fortalecido en el Señor, esto es, en los ilimitados recursos de Su fuerza.

IX. CINTURÓN DE LA VERDAD: La primera pieza de la armadura que se menciona es el cinto o cinturón de la verdad. La túnica del soldado se sujetaba con un cinto del que colgaba la espada y le daba libertad de movimientos. En ese sentido, debemos ser fieles en mantener la verdad de la palabra de Dios, no obstante, es también necesario que la verdad nos sostenga. Por tanto, hemos de aplicarla a nuestra vida diaria, sometiendo todos nuestros asuntos a la misma. El cristiano se mueve con libertad y rapidez porque conoce la verdad, la cual imprime fuerza y protección en el combate.

X. CORAZA DE LA JUSTICIA: La coraza era por lo general una superficie gruesa de cuero repujado o algún otro material resistente con pedazos de cuerno o pezuña de animal incrustados. Su función era proteger el torso del soldado donde se encontraban los órganos vitales. En este contexto, la justicia (santidad) es la protección principal de un cristiano contra satanás y sus tentaciones. Conforme el creyente sea obediente y fiel a Dios se irá conformando y asemejando a Jesucristo, lo cual producirá justicia práctica (integridad) que se convierte en su coraza espiritual. Por otro lado, la falta de santidad podría debilitar la coraza, en consecuencia, el enemigo puede infligir severos daños.

♦ JUSTICIA OPERATIVA O PRÁCTICA: Principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece (RAE). Principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde (Oxford Languages). Todo lo que se conforma, todo lo que se ajusta y todo lo que refleja la naturaleza y legislación del Creador. Denota rectitud, integridad, un estado de conducta irreprensible o excelencia moral. Esto, ya sea que se juzgue en base a normas divinas o humanas. La justicia operativa es fruto del Espíritu (Efesios 5:9). Para esto es importante la oración incesante, el estudio de la palabra, la obediencia y el andar continuo en el Espíritu Santo. No hay otra manera de lograr ejemplaridad moral verdadera.

♦ SANTIDAD: Implica llevar la semejanza moral de Dios en una vida activa de oposición al pecado (CB. Simón J. Kistemaker, 2001). La santidad define la naturaleza y conducta nuevas del creyente engendrado y salvado por Dios (BDE. MacArthur, 2015). Adrede separación de toda impureza y corrupción, así como, una voluntaria renunciación a los pecados generados en los deseos de la carne y de la mente (Teología sistemática. L. Berkhof, 2005). La santidad no se refleja en especulaciones místicas, devociones entusiastas, fervores desbordados, abstinencias penitentes o lenguaje religioso sofocante, sino, en pensar como el Creador lo hace y querer lo que Él quiere. En ese sentido, la mente y la voluntad del Creador deberán saberse, comprenderse y practicarse en función a su palabra escrita (la biblia). Ahora bien, en la medida que entendamos y creamos Su palabra revelada, haremos Su mente nuestra mente y su voluntad la nuestra. (Teología sistemática, Jhon Macarthur – Richard Mayhue, 2018). La santidad cristiana no consiste en una conformidad laboriosa con los preceptos específicos de un código externo, sino que surge de la operación del Santo Espíritu, quien produce su fruto en el creyente genuino, dando a conocer las manifestaciones de la gracia que, se veían a toda perfección, en vida y ministerio de Cristo (CENT. Ernesto Trenchard, 2013). Entendida como apartarse deliberadamente del pecado o cualquier circunstancia que lo promueva, lo propicie o lo estimule. Acerca de la santidad, si bien hay esfuerzo invertido por parte del creyente para ser oportuno respecto de esta virtud, la misma se origina en el interior de la persona. Es decir, desde una mente renovada por la gracia de Dios (Efesios 2:10) que, vincula la recuperación moral práctica del ser humano para los propósitos del Creador. Es importante mencionar que la lectura y el estudio riguroso de las escrituras, así como la oración incesante y la obediencia viva, influirán definitivamente en la santidad. En tal sentido, el cristiano desplegará los esfuerzos pertinentes para el crecimiento continuo y manifiesto en la misma, ya que ahora, el Santo Espíritu de Dios habita en él. (CB. W. MacDonald, 2004)

XI. CALZADO DEL EVANGELIO DE LA PAZ: Están las sandalias, que eran la señal de estar dispuesto para la marcha. Es característica del cristiano estar dispuesto a ponerse en camino para compartir las buenas nuevas de la gracia con otras personas. Esto es, que por medio de Jesucristo el ser humano tiene la oportunidad de estar a cuentas y en paz con Dios (Romanos 5:6 -10).

XII. ESCUDO DE LA FE: Pablo hace referencia al escudo grande y alargado que llevaban los guerreros fuertemente armados. Este escudo era de unos 80 cm de ancho por 1.40 m de largo aproximadamente y protegía el cuerpo entero. Una de las armas más peligrosas en las guerras antiguas eran las flechas incendiarias. Se mojaba la punta en brea, se le prendía fuego y se lanzaba. El escudo grande tenía dos capas de madera pegadas entre sí. Cuando se le incrustaba un dardo incendiario, se hundía en la madera y se apagaba la llama. La fe puede dar cuenta de los dardos de la tentación en cualquier clase de pecado. Así también la fe se expresa en la confianza absoluta en los designios y voluntad del Creador para la vida de cada creyente.

XIII. YELMO DE LA SALVACIÓN: El yelmo o casco protegía la cabeza que siempre es un objetivo en el campo de batalla. Por tanto, el adversario buscará socavar la seguridad de salvación de un creyente utilizando la duda, el desánimo, la depresión, la tristeza, el afán, la angustia, el miedo, entre otros. A saber, los pensamientos de un verdadero cristiano pueden sufrir fuerte ataque respecto de su seguridad de salvación, sin embargo, no tiene qué temer su pérdida, ya que la misma está protegida y garantizada en la eternidad. Aun así, si no se esfuerza sinceramente en su santidad podría experimentar incertidumbre espiritual o subjetividad de su salvación.

♦ SALVACIÓN: Consecución de la gloria y bienaventuranza eternas (RAE). Toda persona es culpable de pecado y lo único que puede recibir en retribución justa a su extravío es la separación eterna de Dios en el infierno. La salvación implica excepción condenatoria para el pecador, perdón de sus transgresiones, regeneración espiritual, declaración de justicia, santificación definitiva y glorificación o vida eterna. Todo esto por medio de la fe en Jesucristo como única base virtuosa y legal de salvación, aceptando su muerte expiatoria en favor nuestro. “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14:6). Así de simple y complejo, no hay más, o estamos dentro o estamos fuera, o somos salvos o no lo somos, no hay términos medios ni terceras opciones con Dios, o somos por Él o en contra de Él, “El que no es conmigo, contra mí es” (Lucas 11: 23ª). Es necesario nunca olvidar que, aunque la salvación es por gracia, es decir gratuita para el ser humano, alguien tuvo que pagar (expiación sustitutoria, 1. Pedro 3:18). En este caso fue Jesucristo (Dios Hijo) recibiendo la ira de Dios Padre por el pecado del hombre.

• “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas” (Juan 3:18 – 20).

•  “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Romanos 3:10-18).

• “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3: 23 – 26).

• “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando 9 ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 5:6-10).

•  “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

•  “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:30,31).

•  “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20: 15).

• “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21: 8).

XIV. ESPADA DEL ESPÍRITU: La palabra de Dios es un arma defensiva muy eficaz para enfrentar y vencer el pecado interno (Santiago 1:14 – 16) y el externo. Es decir, el pecado residual o remanente de cada creyente, así como, el buffet pecaminoso que se sirve en el mundo las 24 horas del día, 7 días a la semana y los 365 días del año. El Señor Jesucristo dio una clase magistral de cómo usar la espada en su batalla con Satanás en el desierto. Tres veces fue tentado y tres veces esgrimió con precisión la escritura para traer abajo los ofrecimientos y argumentos del enemigo (Lucas 4:1-13). Es necesario que el creyente conozca las escrituras y pueda aplicarla con eficacia en las diferentes circunstancias de la batalla espiritual y moral.

Imagen 3, La armadura de Dios

Fuente: https://caminandoconjesusdelamano.com/2014/01/21/oracion-la-armadura-de-dios/

XV. ORAR, ORACIÓN: La oración es un ofrecimiento de nuestros deseos a Dios, en pos de las cosas agradables a su voluntad, en el nombre de Cristo, con la confesión de nuestros pecados y reconociendo con gratitud sus misericordias. (1 Juan 5:14; 1 Juan 1: 9; Filipenses 4:6; Salmos 10:17; 145: 19; Juan 14: 13,14) (CDF Bautista de 1689 – Catecismo – pregunta 111). Es el canal regular para el dialogo, la comunión intima o interacción entre el hombre y su Creador. Dios nos da la oportunidad de comunicarnos con Él directamente a través de esta capacidad. Ahora bien, la oración no solo tiene el propósito de presentarle a Dios nuestras peticiones, sino lo más importante, aproximarnos más a nuestro Creador que es la fuente de vida y amor inagotables, asimismo, conocer Su voluntad particular, ser agradecidos, recibir consuelo, acoger dirección, hallar descanso para nuestras almas, interceder por otros, renovar nuestras fuerzas y hacer que Su disposición sea la nuestra. En ese sentido, la oración cristiana debe ser ofrecida en el nombre del Señor Jesús (Juan14:13), a saber, tiene que ser presentada bajo la autoridad de Él. Los creyentes debemos recordar que somos escuchados por Dios, no en virtud de méritos propios, sino en la suficiencia de los de Cristo. Así también, la fe es esencial para la oración porque implica reconocimiento de la bondad y disponibilidad de Dios (Mateo 21:22) (Marcos 11:24) (Santiago. 1:5-8). Cuando oramos debemos tener algunas consideraciones:

a. El amor de Dios, que siempre desea sólo lo mejor para nosotros.

b. La sabiduría de Dios, Él es el único que sabe lo que es mejor para nosotros en cualquier escenario de nuestra vida.

c. El poder de Dios, para hacer que suceda lo que es mejor para nosotros dentro de Su determinación y voluntad.

d. La gratitud a Dios, nuestra vida debe ser un agradecimiento continuo al Creador.

e. La oración debe ser permanente; no solo en las grandes crisis o por necesidad de algo. Es en la oración constante donde el cristiano renueva su vitalidad diaria.

f. La oración debiera ser en el espíritu; es decir, inspirada y conducida por el Santo Espíritu. Las oraciones de vanas repeticiones, monótonas, rutinarias, formales o por inercia sirven de muy poco y no llevarán a ninguna parte. Debe haber vigilancia, sensatez, atención y lucidez en la oración. Así también, conciencia, significado y concentración deliberada en Dios (Mateo 6:6- 7).

La oración es al mismo tiempo un acto y una atmósfera. Como acto, acudimos al Señor en momentos específicos llevándole nuestras alabanzas, nuestras cargas, muestras peticiones, nuestros agradecimientos, nuestras plegarias, etcétera. Pero también es posible vivir en una atmósfera de oración. Esto es, que la actitud de nuestra vida sea de oración incesante, en todo momento, sin perjuicio del tiempo específico dedicado a la misma. (CB. W. Barclay, 2006).

Que yo me vuelva a través de Tu ayuda irreprensible, justo y santo. Que yo me abstenga de toda maldad, que hable la verdad y haga justicia. Que yo camine por los caminos derechos brillando con templanza, adornado con incorrupción, lleno de hermosura a través de la sabiduría y la prudencia. Que yo medite en las cosas que están arriba y menosprecie lo que es terrenal, porque un hombre no puede glorificar a Dios de ninguna otra manera más que por su virtud, la cual da testimonio de que el poder divino es la causa de su bondadGregorio de Nisa.

XVI. VELAR: Hacer centinela o guardia por la noche. Observar atentamente algo. Cuidar solícitamente de algo (RAE). Este término señala la espera de algún acontecimiento futuro, lo cual requiere atención y vigilancia constante. Asimismo, invoca permanente agudeza espiritual, estar alerta y concentrado. Para el cristiano implica mantenerse perseverante, sólido en la doctrina del evangelio, desechar la somnolencia, la dejadez, la flojera o el adormecimiento espiritual. Así también, subordinar las ansiedades, las incertidumbres, los pensamientos fluctuantes, las preocupaciones inútiles, las impaciencias y demás.

XVII. PERSEVERAR: Mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión (RAE). Mantenerse firme y constante en una manera de ser o de obrar (Oxford Languages). En el cristiano, es una prueba de realidad respecto de su condición regenerada (CB. W. MacDonald, 2004). La perseverancia señala y dirige la voluntad y actuación de quien persigue un objetivo determinado con diligencia y valentía. Esto, a pesar de las dificultades, los obstáculos, la frustración, el fracaso, el desánimo, el aburrimiento, los deseos de retroceder, doblegarse o desistir del propósito. Asimismo, es sinónimo de firmeza, persistencia, dedicación, tesón o constancia en una acción, proyecto o postura. Para ejercitar esta virtud es importante tener un objetivo claro o una meta que justifique el esfuerzo en un período de tiempo determinado. Es por ello que se dice que la perseverancia es la clave del éxito en muchos emprendimientos. Ahora bien, en todo ámbito de interacción humana se presentan conflictos y desacuerdos. En ese sentido, perseverar en la paciencia y buena actitud serán esenciales para afrontarlos sin temor, y, resolverlos con eficiencia y empatía. Por otro lado, la perseverancia por ser condición necesaria para lograr algo puede desvirtuarse y encausar su fuerza en cosas poco saludables o negativas para la persona, en ese caso se transforma en necedad o insensatez. (“Perseverancia». En: Significados.com. Disponible en: https://www.significados.com/perseverancia/ Consultado: 12 de julio de 2020, 11:35 am.). (https://deconceptos.com/general/perseverancia).

XVIII. SÚPLICAS POR LOS SANTOS: Puntualiza las peticiones, solicitudes, intercesiones o rogativas dirigidas a Dios en favor de los hermanos en Cristo. Es la audiencia ante Dios para pedir en beneficio de otros creyentes. (W. Hendriksen 2000).

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